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Lauren Weisberger

La Venganza Viste De Prada

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  • Ivanna Peñaloza Acevedoidézett7 évvel ezelőtt
    —Eres increíble. Como una organizadora de eventos profesional. Jamás había visto nada igual.
    —Ésta es mi chica —dijo Emily con una débil sonrisa—. Yo le he enseñado todo lo que sabe.
    —Ya, bueno, eres toda una arpía, pero aún no le llegas a Miranda ni a la suela del zapato —repuso Andy, dándole una palmadita en la frente a su amiga—. La próxima vez, ponme a prueba.
  • Ivanna Peñaloza Acevedoidézett7 évvel ezelőtt
    Entre los dos, medio arrastraron a Emily hasta la puerta principal y, una vez dentro, se encontraron con un escenario de silencio absoluto. A excepción de un adolescente que estaba viendo lo que parecía un episodio de los años ochenta de la telenovela «Hospital general», en una tele en blanco y negro fijada a la pared, el lugar estaba completamente desierto.
    Emily empezó a gimotear.
    —Sacadme de aquí. Me matarán, si es que no me muero yo antes.
  • Ivanna Peñaloza Acevedoidézett7 évvel ezelőtt
    —Ojalá me interesaran un poco los Knicks o el baloncesto en general —dijo Andy, acariciándose la barriga—. Tengo la sensación de que no lo apreciamos de verdad.
    A su espalda, la multitud rugió cuando Carmelo Anthony salió a la pista para empezar los ejercicios de calentamiento.
    —Por favor —replicó Emily con un gesto de impaciencia—. Yo he venido para disfrutar de la experiencia de sentarme en primera fila con los vips, y tú has venido por la comida. Mientras lo tengamos claro, todo irá bien.
  • Ivanna Peñaloza Acevedoidézett7 évvel ezelőtt
    Enviar un obsequio de agradecimiento al director por tener en cuenta lo del zumo de pomelo. Buscar a Nigel, transmitirle información milagrosamente específica y seguir al pie de la letra las instrucciones sobre las citas de acicalamiento.
  • Ivanna Peñaloza Acevedoidézett7 évvel ezelőtt
    A su lado, la respiración de Max se volvió más sosegada: su pecho subía y bajaba con una regularidad previsible. Si durante el día se mostraba muy activo y enérgico, de noche dormía como un tronco tendido de espaldas, con las manos unidas sobre el pecho como si fuera un cadáver. Apenas se movía o cambiaba de postura en toda la noche. Si un Boeing 747 aterrizara en el dormitorio, Max se limitaría a suspirar y a volver unos milímetros la cabeza, para luego seguir respirando con la misma regularidad. Era de lo más irritante.
  • Ivanna Peñaloza Acevedoidézett7 évvel ezelőtt
    Porque las embarazadas nunca hacen nada malo, según estoy descubriendo.
    Jill se puso su plumón —hacía un frío espantoso, a pesar de que sólo estaban en noviembre— y dijo:
    —Disfrútalo mientras dure. La gente sólo te mima cuando es el primer embarazo. Ya puedes estar de nueve meses y a punto de soltar el segundo que nadie se dignará ofrecerte siquiera una silla. Y como sea el tercero —resopló—, vamos, te preguntan directamente si estaba planeado o no. Como si les resultara increíble que alguien quiera tenerlos voluntariamente...
  • Ivanna Peñaloza Acevedoidézett7 évvel ezelőtt
    No era raro entre los miembros de su familia, que solían interpretar lo de «es hora de irse» como «es hora de empezar a despedirse, abrazarse, volverse a abrazar, hacer preguntas de última hora, ir al cuarto de baño, ofrecerse una vez más para recoger y besar a todos los presentes en la habitación»
  • Ivanna Peñaloza Acevedoidézett7 évvel ezelőtt
    —Bueno, a lo mejor estamos exagerando las dos. ¿Por qué no contactamos con algún abogado del mundo editorial para que nos represente en la negociación? A lo mejor nos podemos quitar de encima esa cláusula sobre la transición de un año... O a lo mejor aparece alguien más que quiera adquirirnos, ahora que tenemos una oferta sobre la mesa. Si Elias-Clark está tan interesado, es posible que otras editoriales también lo estén, ¿no?
    Emily se limitó a mover la cabeza de un lado a otro.
    —Es Elias-Clark. Es Miranda Priestly, por el amor de Dios. Es como si nos hubieran ungido.
  • Ivanna Peñaloza Acevedoidézett7 évvel ezelőtt
    —Es que no me puedo creer lo que acaba de pasar —exclamó—. O sea, lo deseaba. Miles estaba convencido de que sería así, pero yo no. ¡Quieren comprarnos! Miranda Priestly está impresionada con nuestra revista. Elias-Clark quiere adquirirla. ¿Te lo imaginas?
    Andy asintió.
    —¿Te puedes creer que ni siquiera nos ha reconocido? Nosotras preocupadas por lo que iba a decir y resulta que ella no tenía ni la más remota idea de que las dos habíamos...
    —¡Andy! ¡La puta Miranda Priestly quiere comprar nuestra revista! ¡Nuestra revista! ¡Comprarla! ¿Es que no lo pillas o qué?
  • Ivanna Peñaloza Acevedoidézett7 évvel ezelőtt
    Stanley aclaró algunos puntos que Andy no había entendido del todo y les dio copias de la oferta para que se la pasaran a su equipo de asesores legales («Nota —pensó ella—: conseguir equipo de asesores legales»)
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