Entre 1957 y 1965, junto a Cornelius Castoriadis, Claude Lefort, Jean-François Lyotard y otros muchos, Daniel Blanchard participa en las actividades del colectivo revolucionario Socialismo o Barbarie, que desarrolla una crítica radical de los regímenes del Este y del Oeste a partir del “revelador” que constituía la capacidad de autoorganización del movimiento obrero.
En 1959 entabló amistad y colaboración con Guy Debord, líder de la Internacional Situacionista, con quien escribe «Preliminares a la definición de la unidad del programa revolucionario», un manifiesto que reunía y sintetizaba la crítica del arte y la política especializadas. En Mayo del 68, Blanchard vive activa y gozosamente la tempestad colectiva desde el Movimiento 22 de Marzo y los Comités de Acción. A principios de los años setenta reside en Estados Unidos y se vincula al movimiento de la contracultura.
A partir de la riqueza heterogénea de todas estas experiencias, Blanchard revisa en los textos que componen Crisis de palabras las relaciones y tensiones entre palabra y experiencia, existencia y concepto, subjetividad y teoría, símbolo y vida. Lo hace mediante notas, ensayos, fragmentos y esquirlas de discurso, intuiciones, anécdotas e historias inspiradoras. Lo hace desde el compromiso vivo y testarudo con la idea de emancipación como autonomía, desde una trayectoria vital que rompe la alternativa dominante entre normalización, cinismo o (auto)destrucción.