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Claudia Piñeiro

Una suerte pequeña

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  • Alejandra Espinoidézett2 évvel ezelőtt
    Si alguien depende de la amabilidad de un extraño es que quienes lo rodean no son gente con la que ha podido contar». Lo que dijo me describía de tal
  • Valeria Gonzálezidézett3 évvel ezelőtt
    La maternidad está llena de pequeños fracasos que pasan inadvertidos. Si las circunstancias hubieran sido otras, nadie se habría enterado, ni siquiera yo, de quién podía llegar a ser.

    Hay madres que tienen suerte y la vida no las somete a ese tipo de pruebas.

    Yo sólo tengo una suerte pequeña.
  • Valeria Gonzálezidézett3 évvel ezelőtt
    Fingí estar alegre, debía estar alegre si era una mujer «normal». Por primera vez y estando ya de casi cuatro semanas me pregunté, en absoluta soledad, si de verdad yo quería ser madre. No me lo había preguntado antes. ¿Por qué no me lo había preguntado antes? ¿Por qué hay mujeres que damos por sentada la maternidad? ¿Por qué creemos que la maternidad llegará con la naturalidad —y la irreversibilidad— con la que llega el otoño o la primavera? Quería a ese niño por venir, eso estaba claro, y cuando lo tuve supe que no había otra cosa en el mundo que pudiera querer tanto. Pero más allá de amar a ese niño, ¿quería yo ser madre? ¿Había alguien en el mundo que pudiera entenderme, que pudiera comprender ese ambivalente sentimiento: querer al hijo, amarlo profundamente, pero dudar acerca del rol de la maternidad? Y esa pregunta llevaba irremediablemente a otra: ¿Me sentía capaz de ser madre? ¿Podía serlo? Yo tenía la posibilidad de engendrar un hijo dentro de mí, hacerlo crecer esos nueve meses, parirlo, ¿pero sería capaz de cuidarlo, de ayudarlo a que creciera a mi lado una vez que él y yo no ocupáramos el mismo cuerpo? ¿O, como mi madre, yo también sería alguien más en una casa compartida, alguien que a veces está y a veces no? ¿Podría yo algún día hacerle daño a ese que era lo que yo más quería en el mundo o aprendería a ser su madre? La mía había tenido el primer episodio después de que yo naciera, exactamente el aniversario del día en que había muerto otro bebé, mi hermano. ¿Me podía pasar a mí? ¿Podía suceder que yo también me perdiera en la misma oscuridad que mi madre después de engendrar este niño, aun cuando no hubiera muerto otro antes? Los médicos me dijeron que no, Mariano me dijo que no. Pero yo no tendría la certeza hasta después de que mi hijo naciera.
  • Valeria Gonzálezidézett3 évvel ezelőtt
    Tal vez porque cuando por fin supe de qué se trataba la tristeza de mi madre me aferré a ese embarazo convencida de que si no lo deseaba lo suficiente, si no lo cuidaba como era debido, si no era una buena madre, la mejor de todas, un día sería una mujer oscura recordando un hijo que ya no estaba.
  • Valeria Gonzálezidézett3 évvel ezelőtt
    acepté que yo era esa chica de suerte que decía mi madre. Sin embargo, hoy me pregunto si no es al revés, si en realidad lo que uno desea no tiene que ver más con la posesión que con el amor: uno quiere una casa, una mujer o un hombre con los que casarse, un rosal, y entonces se enamora —de quien sea posible— para tenerlos.
  • Valeria Gonzálezidézett3 évvel ezelőtt
    No me llevó demasiado tiempo darme cuenta de que las grandes familias también están llenas de resentimientos, mentiras, envidias y cañerías que huelen mal.
  • Valeria Gonzálezidézett3 évvel ezelőtt
    yo era una de esas chicas que no incomodan, que no molestan, pero que difícilmente alguien recuerde si estuvo o no en una fiesta.
  • Valeria Gonzálezidézett3 évvel ezelőtt
    Levantar una casa, se trate de la casa de otro o de la propia, implica el riesgo de encontrar fantasmas reales, descubrir secretos no tan bien guardados, ser devastado por una revelación, arrollado por un objeto que pasa a tener un sentido distinto.
  • Valeria Gonzálezidézett3 évvel ezelőtt
    El tiempo te enseña que no hay una sola definición para el amor. A esa edad es más difícil saberlo, a esa edad el amor es el amor, y punto. Pero muchas veces uno no se enamora del otro, sino de uno mismo enamorado. O de lo que implica estar enamorado, de los beneficios secundarios. Uno quiere estar enamorado, entonces lo está.
  • Valeria Gonzálezidézett3 évvel ezelőtt
    i hijo, finalmente, lo lee. Tal vez eso hagan muchos escritores, inventarse un lector anónimo para no sentirse intimidados por aquellos que los leerán y juzgarán. Aquellos que, incluso, podrían lograr que, ante semejante exposición, no escriban. Confiar en el anonimato del lector porque aunque del otro lado de la escritura hay alguien puede resultar mejor no saber quién es el que está allí.
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