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Hermann Broch

El valor desconocido

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  • Gerardo V Jidézett3 évvel ezelőtt
    Era conocimiento, oh, no podía llamarse de otra manera: conocimiento, puesto que era fruto del enrique­cimiento del mundo y de estar abierto al mundo, que es la única forma de que el mundo se vea enriquecido; y también era conocimiento del sonido más solitario que existe, cono­cimiento que no remitía a nada más que a sí mismo, aislado en el sonido de la muerte como la muerte misma, de la que tomaba su punto de partida; conocimiento que lo abarca todo igual que la muerte, que está escindido de toda vida y al mismo tiempo es la meta de toda vida, la abarca en su totalidad:
  • Gerardo V Jidézett3 évvel ezelőtt
    Y, si fue su existencia animal lo que en ese momento se convirtió en grito, lo que recibió el permiso para ser grito, mudo y liberador, lo que ahí se acalló de golpe fue aquel deseo de mantener la cabeza pensante separada del tronco animal; aquel deseo no sólo desapareció, sino que dejó de existir por completo y supuso una liberación, pues aunque no se supiera bien qué era eso que ya no existía, sin duda era la liberación de una pesadilla:
  • Gerardo V Jidézett3 évvel ezelőtt
    Porque contra la muerte no hay fuerza humana que pueda hacer nada, y tú no puedes morir la muerte del otro antes de poner en claro la tuya propia.
  • Gerardo V Jidézett3 évvel ezelőtt
    Como no había estado mucho rato en el agua, apenas estaba alterado, y aunque el vientre se le hubiera hinchado un poco, se le seguían marcando las costillas, como antaño al Otto vivo; sólo que ahora no se movían. Otto se había convertido en un objeto, inmóvil; así era: no respiraba. Todavía sin colocar en la posición oficial de los cadáveres, la cabeza estaba algo ladeada, y sus ojos entreabiertos, en blanco, parecían mirar en diagonal hacia arriba. La mirada ciega de la muerte que todos ellos tenían ya en vida. Otto, en ésta, había dejado de ser.
  • Gerardo V Jidézett3 évvel ezelőtt
    sollozaba ahora como una niña inconsolable, lloraba por el hijo que había perdido y lloraba por su propia existencia, que había sido un fracaso y ya se desmoronaba antes de haber empezado siquiera a ser una vida de verdad. Y se le ocurrió pensar que Otto estaba condenado a morir por el mero hecho de ser un pedazo de esa vida fracasada suya.
  • Gerardo V Jidézett3 évvel ezelőtt
    Quien se dedica al conocimiento científico trabaja a los setenta años igual que trabajaba a los treinta…, y al final lo talan de un tajo, lo parten por la mitad, pero sin haber llegado al final, porque se ha olvidado de su propia muerte… Una mala persona con un corazón malo…, sí, sí, mi querido amigo, con un corazón malo y que en nombre del conocimiento ha hecho mucho mal…
  • Gerardo V Jidézett3 évvel ezelőtt
    Sonido de la soledad, solitario sonido de la muerte.
  • Gerardo V Jidézett3 évvel ezelőtt
    No fue deseo. Fue más que deseo. Fue quedar expuesto del todo y fue miedo. No fue embeleso. Fue más que embeleso. Fue como ser arrancado del mar, fue el momento sobre la cresta de la ola, a merced del viento solar que pasa barriendo la oscuridad. No fue desesperación. Fue más que desesperación. Fue verse desprendido del entramado de lo existente
  • Gerardo V Jidézett3 évvel ezelőtt
    Ahora hablaba de sí mismo, sólo de sí mismo, pero eso no dejaba de ser una huida: una huida del propio ser ciego hacia otro superior, pero eso seguía siendo una huida para volver a ese ser y al núcleo de su voluntad más clara; era, a una misma vez, rechazo del tú y entrega del yo
  • Gerardo V Jidézett3 évvel ezelőtt
    lo pecaminoso del mundo es lo impredecible. Lo que escapa del conjunto de causas y leyes, aunque no sea más que una nota que vibra solitaria en el espacio, eso es pecaminoso. Lo aislado es absurdo a la vez que pecaminoso
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