Las cicadas viven bajo tierra bebiendo de las raíces de los árboles, y cada 17 años emergen para aparearse, poner huevos y morir. El canto —la estridulación— de los machos es atronador, tan alto como el de una aspiradora, y multiplicado por millones resulta en un sonido imbatible y pesadillezco. Las cicadas emergen en tal cantidad que detienen el funcionamiento de algunos aviones. Su ciclo de vida no es negociable, implica una transformación radical: eso es lo que sucede en estos relatos. De ellos surge un retrato de las metamorfosis del cuerpo y la mente, un gran mapa de las transformaciones personales. No es casualidad que en Asia las cicadas sean consideradas el símbolo de la inmortalidad. Este libro es eso.