Yoshinori Noguchi

En la mayor parte de los casos, los remordimientos van desapareciendo a medida que se establece una relación sana de independencia con los progenitores.

No podemos ayudar a nadie, si antes no nos hemos ayudado a nosotros mismos.

Para que tanto los padres como los hijos sean felices, es imprescindible que cada una de las dos partes deje espacio y se separe de la otra.

Por otro lado, es muy probable que quienes hayan aguantado muchos agravios y se sientan culpables por experimentar resquemor escondan en su interior dos o tres cosas no muy agradables que querrían dejarles claras.

Tenemos que permitirnos recriminarles lo que hayan hecho mal.

Para poder perdonarlos de forma sincera, es imprescindible expresar sin restricciones nuestros sentimientos y dejar claro que ellos también han actuado de forma incorrecta.

La primera era trazar una frontera adecuada entre nosotros y nuestros padres y la segunda era deshacernos de todos los sentimientos negativos que sintamos por ellos.

Es importante ser conscientes de en qué momento una situación es demasiado para nosotros. Debemos conocernos a nosotros mismos, medirnos con las dificultades y aceptar nuestras limitaciones. No hay ningún problema por pensar: «En estos momentos estoy muy preocupado y angustiado. El problema es tan grande que no sé por dónde empezar».

Compartir la carga entre dos nos ayuda a hacerla más llevadera. Para que esto sea factible, será necesario, en algunos casos, reconstruir esa relación

Compartir la carga entre dos nos ayuda a hacerla más llevadera. Para que esto sea factible, será necesario, en algunos casos, reconstruir esa relación.