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Maggie Nelson

  • Meribaidézettelőző év
    Si estás enamorado del rojo, te cortas o te disparas. Si estás enamorado del azul, te llenas el bolsillo de piedras perfectas para chupar y te diriges al río. Cualquier río servirá.
  • Meribaidézettelőző év
    el error de pensar que todo deseo es anhelo.
  • Renata Uribeidézett2 évvel ezelőtt
    Quiero que sepas, si algún día lees esto, que hubo un tiempo en el que hubiera preferido tenerte a mi lado antes que cualquiera de estas palabras; hubiera preferido tenerte a mi lado más que todo el azul del mundo.
  • Lila en septiembreidézettelőző év
    Simone Weil advirtió lo contrario: «El amor no es consuelo. Es luz».
  • Marcia Ramosidézettelőző év
    Algunas cosas sí cambian, sin embargo. Una membrana puede simplemente despegarse de tu vida, como una capa de pintura solidificada que se arranca de la tapa de la lata. Recuerdo ese día con claridad: había recibido una llamada. Una amiga había tenido un accidente.
  • Marcia Ramosidézettelőző év
    Algunas cosas sí cambian, sin embargo. Una membrana puede simplemente despegarse de tu vida, como una capa de pintura solidificada que se arranca de la tapa de la lata. Recuerdo ese día con claridad: había recibido una llamada. Una amiga había tenido un accidente.
  • Marcia Ramosidézettelőző év
    25. A Goethe le interesaba el caso de «una dama que, después de una caída durante la cual se lastimó un ojo, veía todos los objetos, pero sobre todo los objetos blancos, brillar en colores, hasta un grado insoportable».
  • Marcia Ramosidézettelőző év
    55. Una imagen del intelectual: un hombre que pierde su visión no por vergüenza (Edipo), sino para pensar con más claridad (Milton).
  • Marcia Ramosidézettelőző év
    58. «El amor es algo tan feo que la raza humana se extinguiría si los amantes pudieran ver lo que están haciendo» (Leonardo da Vinci).
  • Marcia Ramosidézettelőző év
    59. Sin embargo, a algunas personas les gusta mirar. Y aún no hemos oído suficiente, si es que hemos oído algo, sobre la mirada femenina. Sobre su quemadura, con los ojos dentro de la cabeza. «Me encanta contemplar una polla que parece prometedora», escribe Catherine Millet en sus bellas memorias sexuales, antes de seguir describiendo que también le encanta mirar el «cráter pardusco» de su ano y el «valle carmesí» de su coño, cada uno bien abierto —su color al descubierto— para ser follados.
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