Escribí Cóndores no entierran todos los días en la ciudad universitaria de Torobajo, en Pasto, una ciudad al sur de Colombia, en la frontera con Ecuador, a donde había llegado contratado como profesor de Humanidades.
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No teniendo dónde investigar, porque la única biblioteca que existía de verdad en esa ciudad era la del maestro Ignacio Rodríguez Guerrero,
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tas que diariamente me cruzaba con Pilar Narvión, la periodista española
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primer cuento, “El gringo del cascajero”.
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la hija del maestro Ignacio Rodríguez Guerrero
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Cóndores y se celebran los cincuenta años de la primera edición de esta obra
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cinco balazos que acabaron con la vida de don Rosendo Zapata
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doce años venía vendiéndoles con recargo cereales, abarrotes y paños
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León María Lozano, vendedor de quesos
Elin Fiscalidézett8 hónappal ezelőtt
Escribí Cóndores no entierran todos los días en la ciudad universitaria de Torobajo, en Pasto, una ciudad al sur de Colombia, en la frontera con Ecuador, a donde había llegado contratado como profesor de Humanidades. Era 1970.
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