Ana Lena Rivera

  • Victor Jesus (Maximo)idézett2 évvel ezelőtt
    Mi madre era una mezcla entre Phileas Fogg y señora de provincias anticuada. Tan pronto bajaba en abrigo de piel y tacones a comprar al Mercadona como se apuntaba a cualquier aventura que le resultara emocionante. Su único miedo era que le sucediera algo malo a nuestra familia. Según ella, llega una edad en la que no se teme nada más.
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    La experiencia me decía que las familias que cometían estos fraudes no solían ser las más necesitadas. Al contrario, eran abogados, funcionarios con conocimientos suficientes para perpetrarlos, personal de los bancos y, en general, gente con una situación económica desahogada a quien le venía bien un dinero extra para esos caprichos que provocaban la envidia de los vecinos.
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    –No lo sé. Quizá estoy un poco paranoica. No dejo de pensar que algo está fuera de lugar en esta historia.
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    Las personas tenemos muchas capas y muchas caras. Ni siquiera nosotros mismos nos conocemos tanto como para predecir cómo vamos a reaccionar en situaciones límites.
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    La realidad era que solo proyectaba en ella la ira que sentía contra el universo por haberme arrebatado a mi niño.
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    A veces, la vida maltrata a las personas y, ningún hombre, por contrario que sea a mis ideas, merece perder a sus hijos.
  • Victor Jesus (Maximo)idézett2 évvel ezelőtt
    De lo que me podía contar porque, aunque la investigadora era yo, él perseguía a ciberdelincuentes, mucho más peligrosos que mis estafadores. Después de comer, Jorge tenía programada una videoconferencia con Rusia y más tarde otra con Canadá, así que me fui a pensar a la oficina. Él prefería trabajar desde casa. Yo, desde el despacho que habíamos alquilado.
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    Pobres sistemas informáticos que siempre están ahí para echarles la culpa.
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    Me resultaba extraño que un matrimonio, que había perdido a los dos únicos hijos que tenía, se fuera a vivir a otra ciudad dejando allí a su nieto. Raro. Muy raro. ¿Se fueron solo por la vergüenza del suicidio del hijo? Algunas personas vivían pendientes del «qué dirán» y hacía cuarenta años había muchas más, sobre todo en determinados tipos de familias bien posicionadas.
  • Victor Jesus (Maximo)idézett2 évvel ezelőtt
    Cada vez estaba más convencida de que muchos avariciosos eran gente con dinero. Al menos los que yo conocía
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