María Luisa de Luján Campos

  • Sócrates Ramírezidézett2 évvel ezelőtt
    para que sus papás pudieran por fin dormir tranquilos porque los hijos que ellos habían parido no les habían salido mariconcitos,
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    porque desde un principio era extraño que yo, Isabel Luberza tu mujer, que tenía el gusto tan refinado, me gustara aquel color tan chillón, berrendo como esos colores que les gustan a los negros.
  • Sócrates Ramírezidézett2 évvel ezelőtt
    nadie va a saber jamás que tú también quisiste ser eterno, que tú también quisiste ser un dios.
  • Sócrates Ramírezidézett2 évvel ezelőtt
    el cuerpo es el único edén sobre la tierra
  • Sócrates Ramírezidézett2 évvel ezelőtt
    para que entonces puedan, orondos como gallos, enloquecer a las blanquitas, a esas plastas de flan que deben de ser las niñas ricas, porque no es correcto que a una niña bien se le disloque la pelvis, porque las niñas bien tienen vaginas de plata pulida y cuerpos de columnas de alabastro, porque no está bien que las niñas bien se monten encima y galopen por su propio gusto y no por hacerle el gusto a nadie, porque ellos no hubieran podido aprender a hacer nada de esto con las niñas bien porque eso no hubiese estado correcto, ellos no se hubiesen sentido machos, porque el macho es siempre el que tiene que tomar la iniciativa pero alguien tiene que enseñarlos la primera vez y por eso van donde Isabel la Negra,
  • Marcia Ramosidézettelőző év
    La soledad es una conquista difícil. El primer mes es la euforia total del silencio, el segundo el desaliento total y el tercero, en teoría, el comienzo de la paz verdadera, creía yo, pero fue entonces cuando se presentó algo tan inesperado como una tarjeta postal absurdamente iluminada y con un estúpido ¡hola!!!
  • Marcia Ramosidézettelőző év
    de que Andrés me dijera que yo pensaba así porque era una mujer y yo contestándole que no, que pensaba así porque estaba en lo correcto.
  • Marcia Ramosidézettelőző év
    Estados Unidos; su propia hermana María Eugenia había tenido el atrevimiento de llegar una vez a París con todos los orificios de su cuerpo rellenos de cocaína envuelta en papel celofán: a ella, Isabel, le había dado casi un síncope al verla quitarse el blue-jean en su cuarto de la residencia del Sagrado Corazón y empezar a sacarse aquellos envoltorios
  • Marcia Ramosidézettelőző év
    Ella no había comprendido el sentido de la frase, ni aquel día ni años después, cuando la abuelita la encontró llorando porque sus padres se iban a divorciar y murmuró secándole las lágrimas con un pañuelo de batista: “El problema de tu madre, Isabel, es que no conoce las vías del secreto y la lógica de su sabiduría”. Ahora, en cambio, pensó un segundo antes de dormirse, la idea le resultaba clara, tan simple y clara como las aguas de un torrente visto alguna vez en Barlovento.
  • Marcia Ramosidézettelőző év
    En torno se oía el profuso palpitar de grillos y de sapos, y el aire tenía un olor de lluvia reciente. Ladrillo brincó del jeep y se puso a correr hacia el portón de la casa, donde las sirvientas se habían reunido para darle la bienvenida, acompañadas de Musiú Andrés, el capataz.
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