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Gustavo Adolfo Becquer

  • b6764428221idézett2 évvel ezelőtt
    A Dios, foco eterno y ardiente de hermosura, al que se vuelve con los ojos, como á un polo de amor, el sentimiento del alma.
  • Mar Jassoidézett7 hónappal ezelőtt
    No obstante, necesito descansar; necesito, del mismo modo que se sangra el cuerpo por cuyas henchidas venas se precipita la sangre con pletórico empuje, desahogar el cerebro, insuficiente a contener tantos absurdos.
  • Mar Jassoidézett7 hónappal ezelőtt
    Si morir es dormir, quiero dormir en paz en la noche de la muerte, sin que vengáis a ser mi pesadilla maldiciéndome por haberos condenado a la nada antes de haber nacido. Id, pues, al mundo a cuyo contacto fuisteis engendrados, y quedad en él como el eco que encontraron en un alma que pasó por la tierra sus alegrías y sus dolores, sus esperanzas y sus luchas.

    Tal vez muy pronto tendré que hacer la maleta para el gran viaje: de una hora a otra puede desligarse el espíritu de la materia para remontarse a regiones más puras. No quiero, cuando esto suceda, llevar conmigo, como el abigarrado equipaje de un saltimbanqui, el tesoro de oropeles y guiñapos que ha ido acumulando la fantasía en los desvanes del cerebro.
  • Mar Jassoidézett7 hónappal ezelőtt
    No digáis que agotado su tesoro,

    de asuntos falta, enmudeció la lira:

    podrá no haber poetas; pero siempre

    habrá poesía.

    Mientras las ondas de la luz al beso

    palpiten encendidas,

    mientras el sol las desgarradas nubes

    de fuego y oro vista,

    mientras el aire en su regazo lleve

    perfumes y armonías,

    mientras haya en el mundo primavera,

    ¡habrá poesía!

    Mientras la ciencia a descubrir no alcance

    las fuentes de la vida,

    y en el mar o en el cielo haya un abismo

    que al cálculo resista,

    mientras la humanidad, siempre avanzando

    no sepa a do camina;

    mientras haya un misterio para el hombre,

    ¡habrá poesía!
  • Mar Jassoidézett7 hónappal ezelőtt
    Espíritu sin nombre,

    indefinible esencia,

    yo vivo con la vida

    sin formas de la idea.

    Yo nado en el vacío,

    del sol tiemblo en la hoguera,

    palpito entre las sombras

    y floto con las nieblas.

    Yo soy el fleco de oro

    cae la lejana estrella,

    yo soy de la alta luna

    la luz tibia y serena.

    Yo soy la ardiente nube

    que en el ocaso ondea,

    yo soy del astro errante

    la luminosa estela.

    Yo soy nieve en las cumbres,

    soy fuego en las arenas,

    azul onda en los mares

    y espuma en las riberas.

    En el laúd soy nota,

    perfume en la violeta,

    fugaz llama en las tumbas

    y en las ruinas yedra.

    Yo atrueno en el torrente,

    y silbo en la centella,

    y ciego en el relámpago

    y rujo en la tormenta.

    Yo río en los alcores,

    susurro en la alta yerba,

    suspiro en la onda pura,

    y lloro en la hoja seca.

    Yo ondulo con los átomos

    del humo que se eleva

    y al cielo lento sube

    en espiral inmensa.

    Yo, en los dorados hilos

    que los insectos cuelgan,

    me mezco entre los árboles

    en la ardorosa siesta.

    Yo corro tras las ninfas

    que en la corriente fresca
  • nurvanuidézett8 hónappal ezelőtt
    hermosura diabólica, que tal vez presta el demonio a algunos seres para hacerlos sus instrumentos en la tierra.
  • nurvanuidézett8 hónappal ezelőtt
    El amor es un caos de luz y de tinieblas
  • nurvanuidézett8 hónappal ezelőtt
    Yo te amo, y, noble o villana, seré tuyo, tuyo siempre.
  • Guadalupe Francoidézett8 hónappal ezelőtt
    Crujen... crujen los huesos, y de sus médulas han de parecer que salen los alaridos; o esta otra: La cuerda aúlla sin discordar, el metal atruena sin ensordecer; por eso suena todo, y no se confunde nada, y todo es la Humanidad que solloza y gime; o la más original de todas, sin duda, recomendaba al pie del último versículo: Las notas son huesos cubiertos de carne; lumbre inextinguible, los cielos y su armonía... ¡fuerza!... fuerza y dulzura.
  • Guadalupe Francoidézett8 hónappal ezelőtt
    donde nace la cascada, que, después de estrellarse de peña en peña, forma el riachuelo que viene a bañar los muros de esta abadía.
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