a lo largo del siglo XX en tres regiones de América Latina donde el gótico ha mostrado una importante productividad. México, Colombia y Argentina, con incursiones en Uruguay, se han presentado como espacios propicios para la transformación y adaptación de horrores góticos, debido al marcado interés de escritores y directores en este género, pero también, y principalmente, por la posibilidad de utilizar esos mismos horrores góticos para describir y representar lo irrepresentable de los contextos particulares —violentos choques de clase, guerras no declaradas con incontables muertos, personas que desaparecen y nunca más se sabe de ellas, entre muchos otros—.