Rosa Rabbani

problema es que solemos adentrarnos en formas de discutir estereotipadas, repetitivas y predecibles. De modo que, juntos y cogidos de la mano, nos habituamos a conspirar contra nuestra propia

explicarlas con moderación.
Distinguir lo significativo de lo superfluo, descartando lo que carece de importancia y poniendo de relieve aquello en lo que necesitamos focalizar nuestras energías y esfuerzos.
Dejar la charla para otro momento cuando uno detecte señales físicas que apunten a que se está sintiendo abrumado.
Identificar cuál ha sido nuestra propia aportación al conflicto y hacer propósitos de enmienda.
Discurrir y concebir argumentos y contraargumentos para defender nuestras posturas y razonamientos sin necesidad de entrar en ataques personales.
Ser tolerante con las imperfecciones del otro.
Llegar a compromisos concretos por parte de los dos en forma de propósitos —explícitos o tácitos— de enmienda.
Cerrar un episodio más o menos convulso de modo provechoso.
Escuchar sin preparar respuestas.
Plantear la conversación con tacto

Conócete para ser tú mismo («Llega a ser el que eres», dijo Píndaro)

deber ser, lo que debería ser y no es.

conseguir una vida buena para uno mismo y para los demás requiere una transformación continua, sostenida y no siempre sencilla.

Desde la autocomplacencia no se avanza en un sentido positivo. Se avanza desde la humildad de aceptar las propias faltas y disponerse a corregirlas.

cambio personal influye no solo en la mejora de uno mismo, sino en la transformación del mundo.

«Solo quedarán los de mejor carácter porque se adaptarán mejor a los nuevos desafíos».

que nadie llega a conocerse a sí mismo en solitario; nos conocemos a través de los otros, que nos dicen cómo somos.

Las rupturas en los lazos familiares y sociales se producen porque falta la generosidad del reconocimiento mutuo.