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Juan Cárdenas

  • Juan Roldán Lozanoidézett2 évvel ezelőtt
    La poca voluntad que le quedaba se la regaló a una calle vacía
  • Grecia T.idézett2 évvel ezelőtt
    Así pues, las bacterias hablan, pero a ellas no se les puede hablar. Esa limitación es menos fatal de lo que podríamos suponer, ya que gracias a ella, precisamente, se había manifestado, al cabo de un tiempo, esa propiedad lingüística de los microbios que sirvió de base a La erúntica
  • Daniel Chazariidézett9 nappal ezelőtt
    No quedaba de otra. Tocaba aprender a respirar por la herida y sonreír sin desprecio, incluso con cierta gratitud, celebrando que el sentido del humor provincial se hubiera revelado al mismo tiempo como una pequeña doctrina determinista.
  • Daniel Chazariidézett9 nappal ezelőtt
    Yo soy esa forma de caer, pensaba, volviendo a darle la calada final al porro. Yo soy básicamente ese modo de dejarse ir.
  • Daniel Chazariidézett8 nappal ezelőtt
    un amago de viernes que, mal que mal, estaba empeñado en tragarse la espiral del tiempo, solo para poder vomitarla en la noche.
  • Rafael Ramosidézett2 évvel ezelőtt
    Digamos que la naturaleza no deja de inventar cosas, pero buena parte de lo que inventa es inútil durante milenios y no es raro que una adaptación se atrofie o, al revés, que cambie de utilidad. Pongamos el ejemplo del aguacate. El aguacate es un ejemplo muy bonito. Las plantas empezaron a desarrollar ese fruto tan delicioso para que fuera consumido por unos grandes mamíferos llamados gonfoterios, muy parecidos a los elefantes, que vivían en los bosques de Centroamérica. Para casi cualquier animal contemporáneo habría sido imposible digerir un fruto con una pepa tan grande, pero no para los gonfoterios, que tenían un tracto digestivo enorme y así podían dispersar las semillas. Jugada maestra del aguacate, dirán ustedes, pero la cosa es que los gonfoterios se extinguieron hace poco menos de dos millones de años y entretanto los aguacates siguieron existiendo sin ninguna variación importante. Es como si los aguacates no se hubieran dado cuenta de que los gonfoterios dejaron de existir hace tanto tiempo y creyeran que su estrategia evolutiva todavía sirve, cuando lo cierto es que todo cambió y ellos no se dan por enterados, los aguacates viven su vida pendientes de un fantasma…
  • Rafael Ramosidézett2 évvel ezelőtt
    El biólogo paró en seco porque ahora la jovencita de la barriga puntuda lo miraba como se mira a los locos. Gracias por la pregunta, dijo, antes de seguir con la lección del libro de texto
  • Rafael Ramosidézett2 évvel ezelőtt
    Esa era mi vida y todo se jodió. Había una economía en esas cosas, incluso en la administración de las situaciones dolorosas, como el divorcio. Hasta el fracaso formaba parte de lo admisible. El fracaso laboral, el fracaso amoroso, cosas que no eran motivo de condena porque al final, con el debido entrenamiento, uno acababa superando el fracaso conservándose en el interior del fracaso, como hacen las aceitunas viejas en el vinagre, dejando pasar el tiempo en la barra del bar, rumiando y desrumiando frases hechas junto a algún veterano de otro naufragio que, con suerte, le daría consejos sabios sobre cómo racionar el dinero del subsidio estatal, a media máquina, para seguir cultivando todos los vicios en medio de la pobreza
  • Rafael Ramosidézett2 évvel ezelőtt
    Pero el biólogo estaba convencido de que en la caída posterior, en ese desbarrancadero lento y rutinario que vino después, se escondía un secreto sobre él mismo, sobre su conformación más íntima, algo que en últimas le confería una identidad y hasta un estilo. Yo soy esa forma de caer, pensaba, volviendo a darle la calada final al porro
  • Rafael Ramosidézett2 évvel ezelőtt
    en la casa de su madre y se sentía culposo por saber que ella estaba siendo tan generosa y tan comprensiva. Al punto de no exteriorizar ningún gesto de reproche, nada que pudiera hacer evidente lo que él sabía que su madre pensaba en el fondo: que, de sus dos hijos, el mayor era el peor preparado para enfrentarse al mundo. Y que era una lástima que la vida hubiera mostrado su cara más cruel. Porque, siendo totalmente francos, ella habría preferido que el elegido para una muerte prematura fuera el biólogo y no el hijo menor, que era la verdadera dulzura de su alma, la luz de sus días, el amor fantasma, el aguacate primordial del padre ausente
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