El trayecto a través de los valles para llegar a los glaciares llevó toda la mañana y parte de la tarde. Nos deteníamos con frecuencia para admirar preciosas cascadas, probar uno de los bocadillos que habíamos empacado o descansar. Hacía un día de los más hermosos que he contemplado. El azul del cielo, el aún más intenso de los glaciares, la magnitud de las montañas y su majestuosidad, me permitieron liberarme de mi preocupación constante y sencillamente ser. Por primera vez, comprendí de verdad el significado de la palabra sublime.