Pier Paolo Pasolini

Todo era sol y mugre, mugre y sol. Pero aún era marzo, y el sol se ponía pronto, allá, detrás de Roma.

para entender los cambios de la gente, hay que amarla

cómo la conducta compulsiva del poder del consumo recreaba y deformaba la conciencia del pueblo italiano hasta degradarla de un modo irreversible

En realidad no son más que máscaras. Estoy seguro de que si les quitásemos la máscara, no encontraríamos ni siquiera un montón de huesos o ceniza: encontraríamos la nada, el vacío

Pasolini se quiso un hombre libre. Para ello hurgó sin anestesia en los rincones más ocultos de su formación, de su biografía, de sus impulsos y de su inteligencia para arrancar las malas hierbas de lo impuesto, de lo asumido sin crítica, de lo obligatorio, de lo mal llamado «moral»

la verdad no era algo que pudiera atraparse

sino algo que «sucede» en el encuentro de cosas diversas

supone la aparición del inexplorado universo del subproletariado romano en el panorama novelístico, dominado por un neorrealismo epigonal que había dado en la folclorización

La historia de Tommasino Puzzilli es la de una introversión, causada por el hecho de que se trata de un muchacho que no es guapo, no es fuerte y no está sano: un débil

Este substrato cinematográfico, si así puede llamarse, deja notar su presencia en Una vida violenta