Leonardo Piccione

  • Juliana Jaramilloidézett5 hónappal ezelőtt
    Creo que el amor —y aquí el escritor romántico diría: ¿qué es el amor sino la más incurable de las enfermedades?—, el amor, digo, que uno puede sentir durante la exploración de un lugar como Islandia, creo que linda con dos sentimientos en particular: la soledad y el miedo. Pero si experimentar la soledad en Islandia es algo inevitable (en un país tan grande como Corea del Sur —50 millones de habitantes— viven apenas 370.000 personas:
  • Juliana Jaramilloidézett5 hónappal ezelőtt
    Alejándose del medievo y acercándose al Romanticismo, los volcanes se asentaron en el papel en el que los reconocemos todavía hoy: gigantescos centinelas de nuestra caducidad, pruebas macroscópicas de la indiferencia de la naturaleza respecto a la humanidad y de la insensatez de algunas de nuestras pretensiones. En el documental Dentro del volcán (2016) Werner Herzog sintetizó así el concepto: «Los volcanes nos recuerdan que el suelo por el que caminamos no es eterno. No hay eternidad en lo que hacemos, en los esfuerzos de los seres humanos, en el arte, en la ciencia. Es una gran suerte que los volcanes existan».
  • Juliana Jaramilloidézett5 hónappal ezelőtt
    Las rocas islandesas más antiguas se remontan apenas a entre quince y veinticinco millones de años atrás: si se condensa la historia geológica de nuestro planeta en un año solar, Islandia haría su aparición en la medianoche del 30 de diciembre, o sea, después de que las placas tectónicas norteamericana y euroasiática hubieran empezado a alejarse la una de la otra dando lugar al Atlántico septentrional. Las erupciones islandesas se producen exactamente a lo largo de esa fractura: allí es donde se produce la tierra nueva, y es así como la isla continúa creciendo, una media de dos centímetros al año, de suroeste a nordeste, adoptando la forma que más conviene a los elementos.
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