No hubo épica, insisto, pero hubo transformación y, en cierta forma, recuerda aquella visión sobre el cambio que Virginia Woolf expuso finamente como sigue, hace un siglo:
En diciembre de 1910, o por ahí, el carácter humano cambió. El cambio no fue repentino y definido [...] pero fue un cambio de todas maneras y, como una tiene que ser arbitraria, datémoslo alrededor de 1910 [...]. Todas las relaciones humanas han variado: entre amos y sirvientes, entre maridos y mujeres, entre padres e hijos. Y, cuando cambian las relaciones humanas, hay un cambio al mismo tiempo en la religión, la conducta, la política y la literatura. Pongámonos de acuerdo en ubicar uno de esos cambios alrededor del año 1910 [...]7.