Unas hormonas deseando entregarse a alguien sin tener a quién ni cómo hacerlo. No hay nada más anómalo que una madre sin niño. Que un pecho que se desborda porque no tiene a quien saciar.
Daniela Servínidézettelőző év
Son las ciudades grandes las que nos quitan protagonismo
Daniela Servínidézettelőző év
Cuentan que llevaba demasiado tiempo con el corazón roto.
Daniela Servínidézettelőző év
«Quisieron enseñarme a golpes que la vida es dulce».
Daniela Servínidézettelőző év
A la mañana siguiente el corazón ya no le latía. Tenía 27. Se fue a la edad en que los malditos sentían la llamada de la muerte, pero en pleno siglo XXI.
Daniela Servínidézettelőző év
Cuentan que vivía entre la euforia y la depresión, que se reía con la misma fuerza con la que se desesperaba
Daniela Servínidézettelőző év
Él la adoraba en silencio y ella siempre lo hacía visible
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