Vi estudiantes felices y serenas, y libres, moverse como en su propia casa entre los pabellones de las clínicas y los gabinetes anatómicos y zoológicos, y en sus clubs, donde se reunían para descansar tras las lecciones y para tomar el tradicional té.
¡Nosotras, no! ¿No sabemos hacer otra cosa que criticar con ligereza e ignorar fatalmente, y derrochar así nuestras preciosas fuerzas?
No creo. Es la hora de actuar. Ya hemos sufrido bastante.
Es la hora de cerrar filas, ir por nuestra cuenta y luchar.
La Vita, 5 de mayo de 1907.