Pilar Pedraza

  • Geraldine Guarnerosidézettelőző év
    Los únicos seres perfectamente bellos de mi horizonte son mis gatos.
  • Geraldine Guarnerosidézettelőző év
    tengo floja la encarnadura espiritual.
  • Geraldine Guarnerosidézettelőző év
    A veces me pregunto qué pasará si, cuando esté a punto de morirme, encuentro motivos de risa en el trance
  • Geraldine Guarnerosidézettelőző év
    Abre las puertas del cielo y del infierno, procurando la ilusión de que es www.lectulandia.com - Página 21

    posible escapar del mundo. Maravillosa falacia.
  • Geraldine Guarnerosidézettelőző év
    . Todos tenemos razón alguna que otra vez, quise replicarle, pero salí en silencio.
  • Geraldine Guarnerosidézettelőző év
    Un hombre no es dueño de la situación con ninguna mujer, con ninguna.
  • Geraldine Guarnerosidézettelőző év
    Luna, luna, color de aceituna, luna blanca como la nata, luna sobre la laguna. Todo libro es como la luna, sólo se ve una de sus caras: la peor.
  • Paula Guillén Rodríguezidézett9 hónappal ezelőtt
    aunque en mi metamorfosis no hay desesperación, sino júbilo: el júbilo de la leona caminando por la sel­va, segura de hallar su presa.
  • Miguel Ángel Vidaurreidézett2 évvel ezelőtt
    Como sus emociones no habían podido ser educadas de otro modo, no se manifiestan ajustadas a las situaciones que le toca vivir. Es por ello que entra en cólera ante el rechazo de sus seres queridos, rompiendo todo lo que encuentra a su paso, en vez de simplemente llorar (que habría sido lo más «normal»). «La criatura» es capaz de identificar el miedo que sienten los otros por su apariencia, incluso comprende que esto sea así cuando ve reflejada su imagen en el río, pero no se avergüenza en ningún momento de ser como es. Se podría decir que no conoce ese sentimiento. «La mirada que el monstruo lanza a todo lo que le rodea» es la que constituye su identidad, quedando desterradas al olvido otras dos miradas también fundamentales: como son la que tendría que «proyectar h
  • Miguel Ángel Vidaurreidézett2 évvel ezelőtt
    Como sus emociones no habían podido ser educadas de otro modo, no se manifiestan ajustadas a las situaciones que le toca vivir. Es por ello que entra en cólera ante el rechazo de sus seres queridos, rompiendo todo lo que encuentra a su paso, en vez de simplemente llorar (que habría sido lo más «normal»). «La criatura» es capaz de identificar el miedo que sienten los otros por su apariencia, incluso comprende que esto sea así cuando ve reflejada su imagen en el río, pero no se avergüenza en ningún momento de ser como es. Se podría decir que no conoce ese sentimiento. «La mirada que el monstruo lanza a todo lo que le rodea» es la que constituye su identidad, quedando desterradas al olvido otras dos miradas también fundamentales: como son la que tendría que «proyectar h
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