Joshua Cohen

lo que me enseñó fue que toda la determinación y la petulancia que tanto me habían servido de joven y ciertamente en mi época de estudiante eran de hecho un riesgo para mí tras convertirme en profesor. Ahora que era literalmente el primero de la clase, por fin podía dejar de comportarme como un chaval que busca exhibirse. Para decirlo claramente, tenía que seguir investigando, escribiendo y publicando como un derviche novato en llamas, pero no debía ni sudar ni mostrar una sola pizca de ambición ante nadie.

fueron las diferentes visiones de la Historia lo que más me llamó la atención. La Historia de mi escuela normal se basaba en el progreso, en un mundo que se iluminaba con la Ilustración y ya no dejaba de mejorar; un mundo que continuaría mejorando de forma ilimitada, siempre y cuando todos los países siguieran intentando parecerse más a América y América siguiera intentando ser más como ella misma. El pasado era el simple proceso por el que se alcanzaba el presente, y el presente no era más que la fase más actualizada del superlativo americano, dejarse conquistar por la liberación futura y por la expansión del capital.

La razón era más bien la siguiente: que mientras los católicos siguieran necesitando un pueblo al que odiar, los judíos tenían que continuar siendo un pueblo condenado