Siempre seré extranjera en México, a pesar de mis papeles. También podría serlo en Colombia, porque ahora habito, incómodamente, un limbo cultural y lingüístico que resulta extraño para mí y para quienes me recuerdan de hace trece años. No soy de aquí ni de allá, siempre seré extranjera. Y no hasta el día en que yo vuelva, como dice Celia en la canción, sino hasta que las fronteras dejen de ser ficciones modernas/coloniales que clasifican corporalidades y formas de ser-estar en el mundo en geografías y paisajes específicos. Dicho de otra manera: cuando el racismo ya no sea la jerarquía global de dominación que inventa países y nacionalidades.