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Vladimir Nabokov

  • Rocío Toledoidézett2 évvel ezelőtt
    –No me refería a ella. ¿Quién es el autor de esa obra?

    –Ah, sí, desde luego. Una vieja. Clare Nosecuántos. Había un montón de gente allí.
  • Pabloidézett7 hónappal ezelőtt
    Me he dado cuenta de que la única felicidad en este mundo consiste en observar, espiar, acechar, escudriñarse a uno mismo y a los demás, no ser más que un gran ojo, ligeramente vítreo, algo inyectado en sangre, imperturbable.
  • Rafael Ramosidézett7 hónappal ezelőtt
    Por lo general, Shade destruía los borradores en cuanto dejaba de necesitarlos; bien me acuerdo de haberlo visto desde mi galería, una mañana brillante, quemando toda una pila en el fuego pálido del incinerador delante del cual permanecía con la cabeza inclinada como un miembro oficial de un cortejo fúnebre, entre las mariposas negras, llevadas por el viento, de ese auto de fe de patio trasero. Pero Shade salvó esas doce fichas a causa de los hallazgos no utilizados que brillaban entre la escoria de los borradores utilizados. Tal vez pensaba vagamente sustituir ciertos pasajes de la copia en limpio por algunos de los preciosos desechos de su fichero, o, lo que es más probable, una afición secreta por tal o cual ornamento, suprimido por consideraciones arquitectónicas o porque había irritado a la señora S., le instó a aplazar su destrucción hasta el momento en que la perfección marmórea de un impecable manuscrito dactilografiado la hubiese confirmado o mostrara lo embarazoso e impuro de la variante más deliciosa. Y quizá, permítaseme añadir con toda modestia, tenía intención de pedirme mi opinión después de leerme su poema, como sé que pensaba hacerlo.
  • Rafael Ramosidézett7 hónappal ezelőtt
    Como he mencionado, creo, en mi última nota al poema, la carga de profundidad de la muerte de Shade hizo estallar tantos secretos y subir a la superficie tantos peces muertos, que tuve que abandonar New Wye poco después de mi entrevista con el asesino prisionero. La redacción de los comentarios tuvo que aplazarse hasta que yo pudiera encontrar un nuevo incógnito en ambiente más sereno, pero los problemas prácticos relacionados con el poema tenían que quedar arreglados enseguida. Tomé un avión a Nueva York, hice fotografiar el manuscrito, me puse de acuerdo con uno de los editores de Shade y estaba a punto de cerrar trato cuando, como al descuido, en medio de un vasto atardecer (estábamos sentados en una celda de nogal y vidrio, cincuenta pisos por encima de la progresión de los escarabajos), mi interlocutor observó: «Le alegrará saber, doctor Kinbote, que el profesor Fulano (uno de los miembros del comité Shade) ha accedido a servirnos de asesor para editar la cosa.»
  • Rafael Ramosidézett7 hónappal ezelőtt
    El calendario dice que yo lo había conocido unos pocos meses antes, pero existen amistades que desarrollan su propia duración interna, sus propios eones de tiempo transparente, independientes de esa música que gira, malévola.
  • Rafael Ramosidézett7 hónappal ezelőtt
    Su cuerpo deforme, aquella abundante greña gris, las uñas amarillentas de los dedos regordetes, las bolsas debajo de los ojos opacos sólo se entendían si se los consideraba como los desechos de su yo intrínseco eliminados por las mismas fuerzas de perfección que purificaban y cincelaban su verso. Shade era su propia anulación.
  • Rafael Ramosidézett7 hónappal ezelőtt
    Mi mano izquierda está semialzada, no para palmear el hombro de Shade como parece ser la intención, sino para quitarme los lentes ahumados, cosa que no llegó a hacer en esa vida, la vida de la fotografía
  • Rafael Ramosidézett7 hónappal ezelőtt
    Jamás comentamos, John Shade y yo, ninguna de mis desventuras personales. Nuestra estrecha amistad se situaba en ese nivel superior, exclusivamente intelectual, en que uno puede descansar de las penas del corazón, no compartirlas. Mi admiración por él era una especie de cura de altura. Yo experimentaba una gran impresión de maravilla cada vez que lo miraba, sobre todo en presencia de otra gente, gente inferior.
  • Rafael Ramosidézett7 hónappal ezelőtt
    Desde la terraza (de la casa del profesor C., aquella noche de marzo), está mirando el lago distante. Yo lo miro a él. Soy testigo de un fenómeno fisiológico único: John Shade percibiendo y transformando el mundo, integrándolo y desintegrándolo, reordenando sus elementos en el proceso mismo de almacenarlos para producir en una fecha no especificada un milagro orgánico, una fusión de imagen y de música, un verso.
  • Rafael Ramosidézett7 hónappal ezelőtt
    El poema de Shade es, en efecto, ese súbito floreo de magia: mi canoso amigo, mi viejo y querido prestidigitador, ponía un paquete de fichas en el sombrero y sacaba un poema.
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