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Ocean Vuong

  • Lila en septiembreidézett2 évvel ezelőtt
    Tal vez rezamos de rodillas porque dios

    sólo escucha cuando estamos así de cerca

    del diablo.
  • Ana Buendíaidézettelőző év
    Escribo para llegar a ti –aunque cada palabra que escribo sea una palabra más lejos de donde estás
  • Danielidézett2 hónappal ezelőtt
    Yo pensaba que el sexo era internarse en un nuevo territorio, pese al miedo; que, mientras el mundo no nos viera, sus reglas no regían para nosotros. Pero me equivocaba.

    Las reglas ya estaban dentro de nosotros
  • Danielidézett2 hónappal ezelőtt
    Una placenta mediana pesa aproximadamente 750 gramos. Es un órgano que acabará desechándose y en el que los nutrientes, las hormonas y residuos pasan de la madre al feto. Así, la placenta es una especie de lengua, quizá nuestra primera lengua, o nuestra lengua madre genuina
  • Danielidézett2 hónappal ezelőtt
    Allí acostado junto a ti, no puedo evitar desear que tú y yo seamos nuestro propio kipuka
  • Danielidézett2 hónappal ezelőtt
    ¿Y si mi tristeza es en realidad mi más brutal maestro? Y su lección es siempre la misma: Tú no tienes que ser como los bisontes: tú puedes pararte.
  • Danielidézett2 hónappal ezelőtt
    En vietnamita, la palabra echar de menos a alguien y recordarlo es la misma: nhỞ. A veces, cuando me preguntas por teléfono Con nhỞ mẹ không? doy un respingo, pensando que me preguntas «¿Te acuerdas de mí?»

    Te echo de menos más de lo que me acuerdo de ti.
  • Danielidézett2 hónappal ezelőtt
    Puede que en la próxima vida nos encontremos unos a otros por primera vez, creyendo en todo menos en el daño que somos capaces de hacer
  • Danielidézett2 hónappal ezelőtt
    Recuerda: las normas, como las calles, solo pueden llevarte a sitios conocidos. Bajo la red hay un campo –siempre ha estado ahí– donde estar perdido nunca es estar equivocado, sino sencillamente ser más.
  • Danielidézett2 hónappal ezelőtt
    Al cabo de unos instantes, el dolor se fundió en otro dolor extraño, en un entumecimiento ingrávido que se propagó a través de mí como una estación nueva, aún más cálida. La sensación no la causó la ternura, como en el caso de las caricias, sino el cuerpo mismo, al que no le cupo otra alternativa que acomodar el dolor hasta amortiguarlo y convertirlo en un placer radiante, imposible.
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