me gusta murmurar tu nombre como si paladeara una miel deliciosa y exótica aunque con regusto amargo. No te confundas: ese resabio no es más que la amargura que mamá me ha dejado como una herencia espinosa, un alambrado de púas del que me he tratado de desembarazar no sin grandes esfuerzos porque los envuelve no solo a ti y a papá sino a todos los hombres