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Alaitz Leceaga

Las hijas de la tierra

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Tras el éxito de El bosque sabe tu nombre, Alaitz Leceaga regresa a las librerías con una saga familiar ambientada en una bodega de La Rioja.
Una tierra maldita.
Una mujer dispuesta a luchar por el poder.
Un gran misterio que debe salir a la luz.
Año 1889, La Rioja. Hay quien dice que una maldición se ciñe sobre los viñedos, secos desde hace años, de la finca Las Urracas. Mientras las grandes bodegas de la región comienzan su edad dorada, Gloria -la joven hija del propietario— languidece en la vieja mansión familiar, viendo aproximarse otro otoño sin cosecha.
Sometida a la autoridad de una tía cruel y un padre ausente, Gloria verá cambiar su vida de un día para otro cuando tenga que ponerse al frente del negocio familiar. Será entonces cuando comience una larga batalla que la enfrentará a los bodegueros y caciques locales, que no conciben tener como rival a una mujer. Y menos a una que pone en duda sus viejos privilegios.
Con la ayuda de sus hermanas, Gloria luchará por recuperar el esplendor de sus viñedos, al tiempo que se adentra en los secretos que esconden las habitaciones cerradas y los campos muertos de Las Urracas. Bajo la sombra de una maldición que solo al final sabremos si es cierta, las mujeres de esta novela lucharán, sin miedo a nada ni a nadie, por el poder que les pertenece.
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Benyomások

  • Catalina Arias megosztott egy benyomást5 évvel ezelőtt
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Idézetek

  • Catalina Arias idézett5 évvel ezelőtt
    Algunas noches Teresa gritaba en sueños. Había vuelto a dormir con Verónica y ahora yo ocupaba la habitación en el segundo piso donde instalamos a Denise. Podía oírla gritar en sueños desde el piso de abajo, eran aullidos de dolor y rabia que venían de algún lugar oscuro que Teresa intentaba enterrar. Lo sabía porque ella no hablaba del tiempo que había pasado encerrada en ese espantoso hospital.
  • Marisol Sanchezidézett2 évvel ezelőtt
    Puede que las Veltrán-Belasco ya no estemos endemoniadas, pero algunas tardes el viento del oeste trae consigo susurros misteriosos que se cuelan por las rendijas de la casa y llenan de murmullos los pasillos vacíos y las habitaciones silenciosas.
  • Marisol Sanchezidézett2 évvel ezelőtt
    ocultar una sonrisa—. Espero que hayas hecho las maletas, hermanito. Tú pierdes, y nosotras ganamos.

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