Cuando se sentía mejor, al mediodía, agarraba su bicicleta y se iba a casa de su amigo Fabián. Era pianista. Un tipo culto. Tenía una pequeña biblioteca muy especial. Le prestaba libros. La rama dorada, La imaginación sociológica, Así habló Zaratustra, Eros y civilización, ¿Qué es la literatura?, Historia social de la literatura y el arte, Mi lucha.
Ahora Carlitos le devolvía Dublineses y se llevaría otro. A Fabián le encantaba el personaje de Leopold Bloom. A Carlitos le parecía falso y previsible. A veces iban más amigos. Bebían, fumaban, escuchaban música, conversaban hasta la noche. Y la pasaban bien. Al día siguiente, lunes, retorno a la rutina nuestra de cada día. Carlitos creía que llevaba una buena vida. Antes era solo un guajiro, vendedor de helados, como su padre. Ahora, peor, trabajaba en la construcción, con gente bruta y violenta. Era un guajiro con pretensiones. Con ansias de llevar una vida sin rutinas ni repeticiones, con algo nuevo y distinto cada día. Creía que era posible. ¿Por qué no?