La libertad nunca se olvida. Memoria del 68

anaderos se habían retirado de la Preparatoria 4. La noticia provocó una nueva ovación

Pero si llegara a suceder que los estudiantes del ipn se salieran de su trayecto y entraran en contacto con los comunistas y extremistas pro cubanos, se produciría un corto-circuito, que crearía el pretexto formal para la intervención policiaca y daría al acto una connotación política que hasta entonces no tenía. Desde el punto de vista de imagen pública, las fuerzas del orden estarían reprimiendo una acción comuni

A eso de las 13 horas, los estudiantes cambiaron las cuerdas por autobuses secuestrados en los alrededores, los cuales fueron colocados en los cuatro puntos del rectángulo, con las llantas desinfladas. Aunque a sólo unos metros de distancia, en la esquina de Guatemala y Seminario había no menos de 200 agentes bajo el mando del coronel Ramón Ruiz Torres, a la expectativa. Sobre la actitud pasiva de sus elementos, apuntó el jefe de la policía, Luis Cueto: “Hemos dejado a los estudiantes en libertad de que hagan lo que están haciendo para demostrar a la opinión pública y a ellos que la policía no está en plan de agresión; asimismo, para que se den cuenta que son los agitadores profesionales, mezclados entre ellos, los causantes de los desórdenes”.[22]

Pero el escándalo anticomunista de la prensa de ese fin de semana, fue sólo el prólogo de lo que habría de venir. La madrugada del 27 de julio nada había cambiado en el centro: en el interior de las preparatorias 1 y 2, y de las vocacionales 5 y 7, los estudiantes que se habían posesionado del edificio se mantuvieron en guardia. Se trataba sobre todo de grupos relativamente pequeños: en el interior de la Preparatoria 1 había unos 100 alumnos y en la Vocacional 5 unos 200, aunque su número oscilaba dependiendo de la hora. En realidad, no todos eran alumnos. Hay evidencias de que los grupos que ocupaban las preparatorias estaban integrados principalmente por porros y entre ellos se mezclaba una minoría de estudiantes regulares.

Ese sábado, diversas organizaciones hicieron pronunciamientos públicos de claro matiz anticomunista. La Cámara Nacional de Comercio, canaco, deploró los hechos, los consideró “un llamado de atención a la población del país de lo que puede suceder cuando una manifestación ordenada es aprovechada por elementos profesionales de la agitación para producir actos bochornosos de vandalismo y sangre”, y concluyó afirmando: “Nuestro país se ha significado por la libertad de expresión que impera y que nuestras autoridades garantizan, libertad que requiere como premisa indispensable el que ésta se realice dentro del orden y respeto que la misma exige para que pueda continuar. El libertinaje prostituye la libertad y acaba finalmente en esto”. Ismael Martínez, vocero de la Confederación de Trabajadores de México, ctm, consideró “condenable la infiltración entre el estudiantado de personas o grupos ajenos a los problemas y asuntos educativos”, y subrayó: “Más condenable es todavía que estos elementos den lugar a incidentes como los del viernes pasado, sobre todo en momentos en que México camina hacia su consolidación económica y cuando los ojos del mundo están fijos en nuestro país con motivo de los Juegos Olímpicos que se van a desarrollar en octubre próximo”. También la cjm se alzó para condenar “la participación provocadora y vandálica de los extremistas sin ninguna responsabilidad frente al compromiso histórico que en estos momentos tiene la juventud estudiosa y trabajadora de nuestro país”.[19]

El sábado 27, la prensa capitalina difundió, con sorprendente unanimidad, la versión de que los disturbios habían sido parte de una intentona subversiva realizada por agitadores comunistas. Cabeceó en primera plana El Universal: “COMUNISTAS CONTRA ESTUDIANTES”. Bajo el subtítulo “La notoria infiltración causó horas de angustia en la capital”,

De diversos testimonios e investigaciones realizadas se llega a la conclusión de que los líderes del Partido Comunista y de la cned, que es la expresión estudiantil de ese partido, el viernes 26 de julio tuvieron una reunión en las oficinas del PCM, Mérida 186, en la que acordaron protestar contra la jefatura de la Policía y enviar grupos de choque al acto que realizarían los alumnos politécnicos, con el objeto de provocar desórdenes para que se viera obligada a intervenir la policía y agravar el problema entre ella y los estudiantes del ipn.[18]

El domingo 28 de julio Novedades exhibió el siguiente titular: “76 agitadores rojos que instigaron los disturbios estudiantiles están detenidos”. Ese mismo día, a las 16:00 horas, 43 personas acusadas de participar en los tumultos —entre ellas los líderes del PCM y de la jcm— fueron consignadas ante el juez por ocho delitos: daño en propiedad ajena, robo, lesiones, injurias, amenazas contra la autoridad, secuestro de ambulantes de la Cruz Roja, resistencia de particulares y pandillerismo. La Procuraduría General de la República consignó por su parte a 16 personas ante el Juzgado Primero de Distrito, bajo los cargos de daño en propiedad ajena y ataques a las vías generales de comunicación.

Los locales del PCM y su periódico quedaron bajo control de la policía. Al día siguiente, sábado 27, el centro se mantenía rodeado por agentes mientras en el ipn, en la ese, se reunían los líderes de las escuelas en huelga. Esa tarde, los cabecillas comunistas decidieron enviar una comisión para reclamar, en nombre del derecho constitucional, la desocupación inmediata del edificio oficial del PCM[17] y al llegar al lugar fueron recibidos por los agentes que los invitaron a pasar. Ellos, candorosamente, pasaron y, una vez dentro, fueron detenidos y luego enviados a la cárcel.

No había terminado la refriega del centro cuando la policía se lanzó tras los militantes del PCM y la jcm. Todo parecía pre-fabricado. A las 21:30 horas, mientras las macanas aún caían sobre los manifestantes, un grupo de agentes de la Dirección Federal de Seguridad y el Servicio Secreto asaltó el local del PCM en la calle de Mérida, así como los talleres de su periódico, La Voz de México. Ahí fueron detenidos, entre otros, Agustín Montiel, Prócoro Gómez, Clemente Rivera Martínez, Raúl Poblete y José Oviedo —éstos dos últimos, periodistas.