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Neil Gaiman

El Océano Al Final Del Camino

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  • Alejandra Arévaloidézett7 évvel ezelőtt
    Vivía en los libros más que en cualquier otra parte.
  • Abril Castilloidézett3 évvel ezelőtt
    Es lo malo de los seres vivos: no duran mucho tiempo. Un día son cachorritos y al día siguiente ya son gatos viejos. Y luego solo quedan los recuerdos. Y estos se desvanecen y se mezclan…
  • Kenny Garciaidézett5 évvel ezelőtt
    Me encantaba leer. Me sentía más seguro en compañía de un libro que de otras personas.
  • Mario García Rojasidézett5 évvel ezelőtt
    —¿Cómo vas a ser feliz en este mundo? Tienes un agujero en el corazón. Tienes dentro de ti una puerta que conduce a otro mundo más allá del que tú conoces. Te llamarán, a medida que vayas creciendo. No podrás olvidarte de ellos nunca, tu corazón se pasará la vida anhelando algo que no puedes tener, algo que ni siquiera puedes llegar a imaginar, y ese anhelo no te dejará
  • Alvarez Villegas Joselynidézettelőző év
    Australia estaba muy, muy lejos. Me pregunté cuánto tiempo se quedaría en Australia con su padre. Varios años, imaginé. Australia estaba al otro lado del mundo, al otro lado del océano…
    Una pequeña parte de mi cerebro recordaba otra serie de acontecimientos, pero el recuerdo se borró enseguida, como si acabara de despertar de un sueño reparador, echara un vistazo a mi alrededor y volviera a taparme con las sábanas para seguir soñando.
  • Alvarez Villegas Joselynidézettelőző év
    Sentí que hacían rodar el cuerpo de Lettie para liberarme, y al levantar la vista vi el sensato rostro de Ginnie Hempstock. Estaba sentada en la cuneta, y enterré la cara en su pecho. Me cogió con un brazo y con el otro cogió a su hija Lettie.
  • Alvarez Villegas Joselynidézettelőző év
    Lettie Hempstock me gritaba que parara, pero seguí corriendo, atravesando la granja, donde cada brizna de hierba, cada piedrecita de la carretera, cada sauce y cada avellano brillaban con un resplandor dorado, y corrí hacia la oscuridad que había más allá de la granja Hempstock. Corrí, odiándome a mí mismo por correr, del mismo modo que me había odiado cuando salté del trampolín en la piscina. Sabía que no había vuelta atrás, que aquello solo podía acabar de forma dolorosa, y sabía también que estaba dispuesto a dar mi vida por salvar el mundo.
  • Alvarez Villegas Joselynidézettelőző év
    Las corrientes del océano agitaban mi cabello y mi ropa como brisas de verano. Ya no tenía frío y lo sabía todo y no tenía hambre y el mundo entero, tan grande y complicado, parecía sencillo y comprensible y fácil de descifrar. Quería quedarme todo el tiempo en aquel océano que era el universo, que era el alma, que era todo lo que importaba. Quería quedarme allí para siempre.
  • Alvarez Villegas Joselynidézettelőző év
    —Por favor, papá. Tengo que quedarme aquí.
    —¡Que entres en casa ahora mismo! —gritó mi padre, a voz en cuello, y no pude evitarlo: mi labio inferior tembló, mi nariz empezó a moquear y los ojos se me llenaron de lágrimas. Me escocían y las lágrimas no me dejaban ver bien, pero no terminaban de caer, así que parpadeé.
    No sabía si estaba hablando con mi padre de verdad o no.
    —No me gusta que me grites —le dije.
    —¡Pues a mí no me gusta que te comportes como una pequeña bestia! —gritó, y yo me eché a llorar; las lágrimas rodaban por mis mejillas, y pensé que ojalá estuviera en cualquier otra parte.
    Me había enfrentado a cosas mucho peores que él en las últimas horas. Y de repente, ya no me importaba nada.
  • Alvarez Villegas Joselynidézettelőző év
    Pasé de Lewis Carroll a Gilbert y Sullivan.
    «Cuando yaces despierto con un deprimente dolor de cabeza y la ansiedad no deja lugar al reposo, entiendo que puedes usar el lenguaje que prefieras para soñar despierto.»
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