Me gustas —volví a decirle—. Se oye estúpido, insensato, quizás no existen motivos suficientes para que me gustes. Creo que estas cosas simplemente pasan, puede que esto dependa de alguna probabilidad extraña. No sé… Pasó y es posible que esto aumente, así que prepárate. Me gustas, Felix. Y me gusta tu tatuaje. Me gustan tus muecas y gestos que te muestran inconforme con el mundo. Me gusta que te guste y que, indiferente a los demás, me lo hagas saber. ¿Soy muy egoísta al decir que te quiero solo para mí? ¿Lo soy?