Fabio Morábito

La sombra del Mamut

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  • Tania Hernándezidézettelőző év
    Me despidieron, temiendo que iba a denunciar a las autoridades aeroportuarias, que nada hicieron a pesar de haber sido advertidas sobre la gravedad del problema. Y eso fue lo que hice, pero nadie me creyó cuando afirmé que la hierba, los insectos y los aviones formaban un ecosistema implacablemente preciso, y los pocos periodistas que acudieron a entrevistarme me miraron de un modo que me recordó la mirada que cruzaban mis padres durante el despegue de un avión, cuando, en lugar de contemplar embelesado la gran ciudad que se extendía bajo sus alas, yo giraba la cabeza para mirar por última vez la hierba del aeropuerto.

    Morábito hace un escueto relato de algo que, en apariencia, resulta ser un elemento casi imperceptible, en este caso dentro de los aeropuertos, que no atrae muchas miradas o de menos a los pasajeros les resulta indiferente pero que trae graves consecuencias si se desatiende el problema por muy pequeño que aparente ser. Tal como el efecto dominó o el efecto mariposa, una desgracia puede ocurrir por pequeñas causas que van haciendo escala.

  • Tania Hernándezidézettelőző év
    Se preguntarán ustedes por qué dejar crecer en los aeropuertos esta hierba, que debe podarse con regularidad, cuando sería más fácil sustituirla por asfalto. Resulta que su presencia es muy necesaria en donde sea que despeguen y aterricen los aviones, ya que contribuye a la estabilidad de las corrientes de aire, desenredando los nudos y los vórtices de viento que al formarse a unos pocos metros del suelo representan uno de los mayores peligros en el momento del aterrizaje.
  • Tania Hernándezidézettelőző év
    —No contestaste a lo que te pregunté.

    Y al ver que ella seguía sin hablar, perdió la calma.

    —¡Creo que Walter y tu hermana son amantes! —exclamó.

    Ella siguió vistiéndose sin inmutarse.

    —¿Por qué no hablas? —gritó—. ¿Walter y tu hermana son amantes? ¡Contéstame, por Dios!

    Boris vio cómo se ponía el suéter, la blusa, la falda y los zapatos, y en medio de ese silencio sintió que algo puntiagudo, acerado y fatal, se le enterraba en el corazón.

    Morábito nos hace preguntarnos si una persona de un solo 'hitazo' así como alguien que es reconocido y aclamado por una sola obra plástica o un único verso de verdad se le podría considerar artista, pese a que haya sido buenísimo en su labor. A partir de la anterior reflexión creo que es bastante distinto plantearlo cuando es un músico o un cantante en comparación a un escritor, fotógrafo, pintor, etc. ya que, ellos viven para interpretar sus éxitos una y otra vez, así que por eso no veo tanto el dilema o el punto de comparación, puesto que, si bien es cierto que sólo ejecuta una nota el protagonista, sí hace hincapié en que es complicado y requiere mucha práctica para llegar a ella, además de que en cada presentación puede comenter el error de desafinar (lo que le termina pasando); he ahí la doble razón justificada de su frustración (que es perfectamente entendible). Llama la atención cómo hay paralelismos que rodean la vida sentimental de Boris y el relato de la pieza musical en la que está involucrado. Me encantó el resalte de las últimas líneas del cuento con la sensación brutal de una punzada que provoca un vacío por el desconcierto de no saber si su esposa aún lo ama, justo como analogía del ataque al ciervo que recibe una herida mortal por el flechazo de Artemisa.

  • Tania Hernándezidézettelőző év
    El rey comprendió que lo habían dejado con vida para que contemplara su fin. El carruaje lo iba a llevar de vuelta al castillo, donde los insurrectos lo estaban esperando. Como no había forma de apearse del carruaje, debido a lo estrecho de los puentes y de los túneles, si no quería llegar al castillo, no le quedaba más opción que saltar. Quedaban todavía trece puentes. Podía escoger el que le agradara más.

    Me resultó interesante la idea de las jerarquías y el poder que ejercen personas con niveles de estratos socioeconómicos superiores a los de otros, en este caso del rey. Es curioso cómo hay personas que se encuentran en algún puesto laboral sin ser merecedoras de éste, en esta ocasión así como en muchas otras ha sido preocupante, puesto que, alguien que no sabe cómo dirigir un imperio, no sólo está condenado al fracaso sino que sus súbditos pueden buscar vengarse a causa de su imprudencia. Mi parte favorita fue la de la premonición, como la persona antiespecista que soy fueron imágenes fuertes las que tuvo el rey en su sueño (La matanza de uno a uno a los caballos que no salían de su punto de salida) o ya como tal la del cordero con su pastor que estaban inmóviles.

  • Cecitoidézett2 évvel ezelőtt
    no veía las palabras como una suma de letras sino como un todo indivisible. Cada palabra era una criatura única cuya forma inconfundible él conocía, por haberla encontrado muchas otras veces en los manuscritos, y la plasmaba tal cual, sin tener conciencia de sus componentes
  • Cecitoidézett2 évvel ezelőtt
    Podía copiar un manuscrito porque imitaba los signos de las letras, pero desconocía su significado. Estrictamente hablando, era un dibujante, no un copista
  • Cecitoidézett2 évvel ezelőtt
    nadie me creyó cuando afirmé que la hierba, los insectos y los aviones formaban un ecosistema implacablemente preciso
  • Jesús Esquivelidézett2 évvel ezelőtt
    Era como si cada nueva derrota aumentara su encanto.
  • Véronique Cardoidézett2 évvel ezelőtt
    he esperado para decírtelo, creyendo que algo iba a cambiar en mí, porque pese a todo te quiero, eres un buen hombre y nunca te olvidaré, pero no puedo más, ya no te amo, no soporto todo esto. No quiero volver a verte, me falta el aire cuando estoy contigo, lo siento, es terrible que te diga estas cosas …
  • Véronique Cardoidézett2 évvel ezelőtt
    Él tomó otro trago antes de contestar y le dijo que la respuesta de Ernesto había sido, sencillamente, que ella era así. ¿Así cómo?, preguntó Irene, apretando su copa. Alguien que después de un breve entusiasmo se desencantaba de todo: de los libros, de los lugares y de las personas, contestó el gordo Arciniega.
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