Estuve aquí y me acordé de nosotros

Toda una vida aprendiendo a trabajar, literalmente, sentada en esa silla.

estuve aquí y no me acordé de mí, me acordé de nosotros. De todo lo que hicimos, pero, sobre todo, de todo aquello que no hicimos cuando pudimos.

Verano sin vacaciones, de Ana Geranios, un ensayo escrito por una trabajadora de la hostelería, se alude a la raíz del término waitress. Proviene literalmente de wait, «esperar». En esa espera también se va el tiempo del trabajador: «La situación de espera en los lugares turísticos va más allá de las horas que dura la jornada, ya que sitúa a los trabajadores en una espera vital de la temporada alta para poder trabajar».19

«alguien que no ha visto mundo» se lee a menudo como una persona carente de ambición, cultura o estatus.

Pero nuestros destinos están llenos de gente real. No son figurantes. No podemos esperar que toda la comunidad local de un destino se comporte como esos anfitriones extraordinarios que pretendemos tener, si no les explicamos primero por qué es beneficioso para ellos que se conviertan en anfitriones extraordinarios.

El mal estaba hecho: no solo nos habían dicho que era posible que otro más pobre te sirviera un batido dentro de una piscina, o comer hasta reventar de un bufé, sino que parecía ser lo más sensato que podía hacer un adulto con su dinero.

en 1966, el Hospital Civil de Málaga amplió su pabellón psiquiátrico y abrió una sala que se llenó de gente joven con cuadros de estrés, que reportaban insomnio, mareo, vómitos: la mayor parte de pacientes eran trabajadores de la Costa del Sol. Por eso se llamó la «sala de los camareros»

El físico y sociólogo Marco d’Eramo, en El selfie del mundo, cree que nuestra época se puede definir como «la edad del turismo», al tratarse de la industria más pesada del capitalismo tardío.

Esa es la experiencia del lujo; eso es, de hecho, el lujo. La curiosidad y el empeño del trabajador.

Las gafas de lujo sirven para todo: para convertirse en buenos anfitriones, para valorar las últimas obras que se han hecho en el Hotel, para mejorar la puntuación en Google de los clientes. Los trabajadores deben ponerse las gafas para saber qué es eso del lujo y poder ofrecerlo –la empresa no confía siquiera en que puedan entender el lujo sin sus gafas–.