“terrorismo íntimo”. Este patrón —a diferencia del que llama “violencia situacional de pareja”— se caracteriza por tener como propósito el control y disciplinamiento de la mujer, a fin de obligarla a cumplir con los mandatos que el modelo tradicional asigna al género femenino (servicio al esposo y a los hijos, fidelidad, abnegación, etcétera).