Han pasado diez años y lo he logrado: tengo tierra y hacienda, tengo mil indios, y, si quisiera, tendría diez mil, tengo grado y despacho. Quiero volver. Podría dejar lo mío a cargo de alguien que lo trabaje y me mande los doblones. Quiero comer kokotxas y porrusaldas, brindar con irulegi y con calimochos; quiero tocar el txistu y el tamboril, quiero bailar aurresku y quemar al Markitos en Carnaval. Y si algo le pido a Dios es no morir como, ay, mi pobre amigo rodeado de salvajes en tierra feraz, tan lejos de los míos que ni en mi lengua me moriría