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Elise Kova

Un trato con el rey de los elfos

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  • Abigail Herreraidézett9 hónappal ezelőtt
    Los músculos de su mandíbula se tensan, pero sus ojos están llenos de dolor y de añoranza, aun cuando habla con un hielo más amargo de lo que había oído jamás salir por su boca.
  • Abigail Herreraidézett9 hónappal ezelőtt
    Los músculos de su mandíbula se tensan, pero sus ojos están llenos de dolor y de añoranza, aun cuando habla con un hielo más amargo de lo que había oído jamás salir por su boca.
  • Abigail Herreraidézettelőző év
    —Sigues diciéndome con quién puedo y no puedo enfadarme. —Eldas me mira por el rabillo del ojo. Casi puedo sentir cómo lucha con una sonrisita y eso me hace sonreír.
  • Abigail Herreraidézettelőző év
    —Puedes preguntarme todo lo que quieras. —Su sinceridad me sorprende, pero dejo esa sensación a un lado.
  • Abigail Herreraidézettelőző év
    Y ningún otro rey debería… —Se calla de golpe.

    —¿Debería qué?

    —Debería ver a su reina con un cuchillo al cuello. —Sus ojos vuelven a mí.
  • Abigail Herreraidézettelőző év
    —Quería protegerte —dice Eldas en voz baja al cabo de un ratito. Doy un respingo al romperse de pronto el silencio en el que he estado sumida toda la tarde—. Por eso te dije que te quedaras en el castillo. —Oigo su voz temblar, como si luchara con su propio temperamento, pero por primera vez desde que lo conozco, lucha y gana—.
  • Abigail Herreraidézettelőző év
    —Esto es justicia. Mi justicia.

    Aparto los ojos y entierro la cara en el pecho de Eldas cuando un horrible sonido crujiente y desgarrador llena mis oídos.
  • Abigail Herreraidézettelőző év
    —¿Incluso con tu mujer?

    —Sobre todo con mi mujer. —Me mira a los ojos—. Porque nadie tiene más responsabilidad o poder que ella.
  • Abigail Herreraidézettelőző év
    —Ahora, haré un esfuerzo por dormir un poco, si es que la Reina Humana se digna a quedarse quietecita un rato.

    —Lo permitiré, supongo.
  • Abigail Herreraidézettelőző év
    —Me da la sensación de que va a hacer lo que quiera. —Entierro la mano en el pelo del lobo.

    —Como alguien más que conozco. —Eldas me mira de soslayo y, por alguna razón, me echo a reír.
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