El nix

Verse con claridad a uno mismo es el proyecto de toda una vida.

Pero en este

no existe un yo verdadero oculto entre muchos falsos. En realidad hay un yo verdadero oculto entre muchos otros yoes verdaderos.

Ser idealista es una carga terrible. Sólo te servirá para que todo lo que hagas después carezca de color. Te perseguirá eternamente, constantemente, mientras vas convirtiéndote en el cínico que el mundo exige que seas. Renuncia ahora mismo, pasa del idealismo y de hacer lo que es debido. Así no tendrás de qué arrepentirte más tarde.

Nuestro fanatismo político, fervor religioso y rigidez de pensamiento son mayores que nunca, jamás habíamos sido tan poco capaces de sentir empatía. Tenemos una visión del mundo absoluta e inquebrantable. Evitamos por completo los problemas que plantean la diversidad y la comunicación mundial. Por lo tanto, a nadie le preocupan ya las ideas anticuadas sobre lo que es verdadero y lo que es falso.

Claro que los grafiteros nunca escribían nada importante. Sólo sus nombres repetidos hasta la saciedad, cada vez más grandes, llamativos y coloridos. De hecho, pensándolo bien, empleaban la misma estrategia que las cadenas de comida rápida en las vallas publicitarias de todo el país. Simple autopromoción. Más ruido, eso era todo. No escribían porque necesitaran desesperadamente decir algo, tan sólo anunciaban su marca. Tanto colarse en todas partes y tanto correr riesgos para acabar produciendo algo que no hacía más que regurgitar la estética dominante. Era deprimente. Incluso la subversión había terminado subvertida.

—Las cosas que más quieres serán las que más daño te harán algún día.

Los grafitis tenían un componente que a Samuel le parecía romántico. Sobre todo en lugares peligrosos. Que un escritor se expusiera a sufrir lesiones para escribir unas palabras tenía un componente romántico.

—Pertenece a la especie de estadounidense más peligrosa que existe: un hombre blanco heterosexual que no consiguió lo que quería.

Las cosas que más quieres serán las que más daño te harán algún día.»

un secreto a voces que el pasatiempo preferido de los estadounidenses ya no es el béisbol, sino la indignación moral.