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Francis Scott Fitzgerald

El curioso caso de Benjamin Button

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  • Victor Freezeidézett5 évvel ezelőtt
    No puedo ir solo —dijo Benjamin, vulnerable—. Tienes que matricularme y llevarme tú.

    —No tengo tiempo —declaró Roscoe con brusquedad. Entrecerró los ojos y miró preocupado a su padre—. El caso es —añadió— que ya está bien: podrías pararte ya, ¿no? Sería mejor… —se interrumpió, y su cara se volvió roja mientras buscaba las palabras—. Tienes que dar un giro de ciento ochenta grados: empezar de nuevo, pero en dirección contraria. Esto ya ha ido demasiado lejos para ser una broma. Ya no tiene gracia. Tú… ¡Ya es hora de que te portes bien!
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    Benjamin lo miró, al borde de las lágrimas.
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    Pero su éxito se debió fundamentalmente al hecho de que en el partido de fútbol contra Yale jugó de forma tan brillante, con tanto brío y tanta furia fría e implacable, que marcó siete touchdowns y catorce goles de campo a favor de Harvard, y consiguió que los once hombres de Yale fueran sacados uno a uno del campo, inconscientes. Se convirtió en el hombre más célebre de la universidad.
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    Mira! —comentaba la gente—. ¡Qué lástima! Un joven de esa edad casado con una mujer de cuarenta y cinco años. Debe de tener por lo menos veinte años menos que su mujer.
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    Hildegarde lo acompañaba siempre en sociedad, pero sin entusiasmo, consumida ya por esa sempiterna inercia que viene a vivir un día con nosotros y se queda a nuestro lado hasta el final.
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    Pero la verdadera historia, como suele ser normal, apenas tuvo difusión.
  • Santiago Romeroidézett5 évvel ezelőtt
    Pero la gran variedad de sus nuevas aficiones compensaba la creciente infelicidad hogareña de Benjamin.
  • Santiago Romeroidézett5 évvel ezelőtt
    Además, y por encima de todo, Hildegarde había ido moderando sus costumbres, demasiado plácida, demasiado satisfecha, demasiado anémica en sus manifestaciones de entusiasmo: sus gustos eran demasiado sobrios. Cuando eran novios ella era la que arrastraba a Benjamin a bailes y cenas; pero ahora era al contrario. Hildegarde lo acompañaba siempre en sociedad, pero sin entusiasmo, consumida ya por esa sempiterna inercia que viene a vivir un día con nosotros y se queda a nuestro lado hasta el final.
  • Santiago Romeroidézett5 évvel ezelőtt
    Sólo una cosa preocupaba a Benjamin Button: su mujer había dejado de atraerle.
  • Santiago Romeroidézett5 évvel ezelőtt
    Sería una descortesía contradecir a una dama; sería un crimen echar a perder aquella exquisita oportunidad con la grotesca historia de su nacimiento.
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