En el artículo La obra de arte en la era de su reproducción técnica se desarrolla la relación entre la situación del arte, la cultura y la política en la época de las tecnologías y los mass media. Para Benjamin la obra de arte reproducida técnicamente desplaza a la concepción del arte basada en su valor cultural. En la cultura clásica el valor cultural de la obra de arte está vinculado a su carácter único e irrepetible y esto es lo que la hace auténtica. Esta obra expresaba cierta lejanía o distancia entre el productor y el público, entre la representación y lo representado. Benjamin denomina aura a esta lejanía: es el aquí y ahora, que en la originalidad de la obra expresa el misterio, la conmoción o la angustia del creador en el proceso creativo. El despertar intelectual de Benjamin coincide con el nacimiento y el auge del cine. Según su teoría, el desarrollo de las tecnologías de comunicación y la reproducción técnica de la obra de arte producen ciertos cambios en la percepción del mundo. En el teatro la dramatización es única. Cada actuación es irrepetible mientras que en el cine la actuación se puede repetir tantas veces como sea necesario. Se la puede probar, montar desde diferentes tomas, y luego exhibirla infinidad de veces. Benjamin intuye que el cine es un instrumento capaz de movilizar las fantasías inconscientes de las masas, a través de la manipulación de las imágenes. Según él, el fascismo y el nazismo emplean en sus actos y publicidades recursos estéticos y cinematográficos. Sus actos políticos, grandes rituales masivos, convocan a multitudes.