Aunque los adolescentes nunca han sido iguales, pues no es lo mismo el rock and roll de los sesenta que el heavy metal de tu generación. Y aunque tampoco es lo mismo hablar del primer amor color de rosa, ese de puras cajas de chocolates y muñequitos de peluche, que de auténtica y efectiva primera relación sexual, hay algo que sí tienen en común los adolescentes de todos los tiempos: todos —en mayor o menor grado— se sienten incomprendidos por los adultos; todos están estrenando la vida y, por fin, no tienen que estar pegados a las faldas o los pantalones de alguna autoridad.
Como tú bien sabes, y los autores de estos cuentos también, ser adolescente es estar casi libre del proteccionismo paternal, porque, por más vigilado que te tengan en tu casa, vas y vienes: nada qué ver con la infancia. En este libro, vas a descubrirte a la mitad de una bronca en el patio de tu escuela, verás a alguien como tú, pasando fríos y calores porque no encuentra la forma de decirle a ella o a él que está enamorado (eso y más hay en “Aquellos terribles e inolvidables gemelos” de José Luis Morales; o en “Misa de 7” de José Francisco Conde Ortega).
Si nunca te ha gustado leer, porque los libros siempre se tratan de gente antigua, de otros países, a la que le pasan puras cosas que nada tienen que ver contigo, ésta será para ti una verdadera sorpresa: en este libro sí se habla de tus asuntos, intereses y problemas. Lee estos cuentos y verás que, de una u otra forma, todos están relacionados con tu vida de todos los días: con lo que hiciste, con lo que no has podido hacer y hasta con lo que te pudre que hagan tus amigos. El amor, el deseo, los primeros cigarros de tabaco o de algo más.
En estas páginas hay aventuras, escenas de amor y de iniciación en aquello que los profesores explican como “el interés por el sexo opuesto y la aparición de los caracteres secundarios”, o como quien dice: que les sale bigote a los niños... y las niñas ven cómo surgen los senos en donde poco antes tenían una planicie simple.
En fin, para qué te lo contamos; mejor léelo. Hay de todo: desde el “inocente” amor de un niño de 12 años por su abuela (“Yo la maté”, de Óscar de la Borbolla), hasta las primeras aventuras de un grupo de cuates en uno de esos sitios prohibidos de “perdición” o de “placer”, según sea quien hable de ellos, como en “Si pudiera expresarte cómo es de inmenso” de Rafael Ramírez Heredia; pasando por lo que se siente estar en la escolta y por lo que hacen tus compañeros en el salón de clases cuando la profesora sale medio minuto, co