El pensamiento tiene necesidad de un ser pensante. El pensamiento en sí mismo, si no está vivo, es como una verdad, literalmente imperecedero. Platón está muerto, pero el platonismo existe siempre. Entonces la paradoja es el ser pensante. Porque el ser pensante es a la vez un pensamiento y un ser que muere. El teorema de Pitágoras no tiene acepción de su propio fin. Si, de un día para otro, el mundo fuera destruido por un cataclismo impensable, que hiciera desaparecer toda la humanidad, el género humano y las matemáticas, y bien, el teorema de Pitágoras permanecería tan verdadero después de la catástrofe como antes. El fin del mundo no tendría influencia sobre el teorema de Pitágoras. En un triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa sería igual a la suma de los cuadrados de los catetos, tanto antes del fin del mundo como después. Seguramente no quedaría nadie para demostrarlo pero el teorema sería verdadero. Por otra parte, hay un ser que muere, un ser carnal con una presión arterial dada, etc.
Sic