Tres son los motivos que inspiraron a la autora para la escritura de esta obra:
1) Los casos de hijos que sufren innecesariamente por un divorcio imaginario que nunca va a llegar porque sus padres se aman, pero viven bajo la presión de un entorno donde se ha naturalizado el divorcio.
2) Los casos de aquellos niños que sufren prolongadamente los conflictos de un matrimonio que ya no tiene nada que salvar y, sin embargo, cree que es «menos dañino» permanecer juntos que separados.
3) Y los casos en los que, a pesar de que el divorcio ya se ha efectuado, persiste el problema latente y continúan los pleitos y reproches que impiden sanar las heridas.
Esta obra ofrece salidas para el manejo adecuado de estos problemas de pareja, sin afectar a los hijos. La autora guía a los padres y madres para que tomen las mejores decisiones frente a diversas situaciones como la falta de comunicación, conflictos económicos o separaciones eminentes, siempre considerando los efectos que traerán para los hijos.
