El retorno de Moby Dick nos sumerge en las profundidades del océano en busca de los seres más sorprendentes que lo habitan: los cachalotes. Protagonistas de leyendas antiguas y de nuestra literatura contemporánea, estos mamíferos son, por momentos, inaccesibles. Sin embargo, François Sarano los conoce. Forma parte de su manada, y los cachalotes son parte de su vida.
Con una mirada científica, pero no por ello rigorista, Sarano narra las aventuras de un grupo de científicos y cineastas que conviven con un clan de cachalotes en las costas de Mauricio. Allí están el entrañable Eliot y los juegos que le propone a François, los jóvenes Arthur, Roméo y Agatha y sus acercamientos inocentes a los buceadores, hasta la matriarca Irene Morro Torcido y su clan de siete hembras adultas que maternan en comunidad. Todos ellos poseen un nombre, una identidad. Son seres con historia y aquí reside la cifra de este libro. Dice François Sarano: «Tener una mirada benevolente y reconocer la identidad de cada ser vivo no es hacer antropomorfismo. La poesía no niega el rigor de la mirada científica, sino que la humaniza». El retorno de Moby Dick no solo nos invita a conocer las profundidades del océano y de sus habitantes, sino que nos alienta a conocernos a nosotros mismos.
«Nuestra época es decepcionante. El mundo, al parecer, está desencantado. Sin embargo, en la oscuridad creciente, algunas luciérnagas resisten. François Sarano es una de ellas. Al narrarnos sus sorprendentes aventuras entre los cachalotes, nos revela un nuevo mundo. Un mundo siempre sorprendente, rico y complejo, cada día más interesante. El mundo según François es encantador» (Stéphane Durand).
«François Sarano forma parte de esos raros seres constantemente atentos a los otros, cualesquiera que sean: desde el tritón del arroyo hasta las criaturas más extravagantes del océano, las observa y las narra con el mismo interés y la misma exigencia» (Jacques Perrin).