Confrontado, por un lado, con las condiciones que imponía la guerra en Argelia y, por otro, con las barreras inconscientes que levantaba la cotidianidad en Béarn, el joven investigador Pierre Bourdieu notó que ni los métodos de trabajo que había adquirido en su formación como filósofo ni los procedimientos habituales de la investigación etnográfica o estadística eran suficientemente aplicables para emprender un estudio confiable y objetivo de la realidad social en cuestión. Desde entonces comenzó a interesarse por encontrar una herramienta que le permitiera al observador «revelar lo social en el corazón del individuo, lo impersonal oculto bajo lo íntimo». Es decir, una actitud que, mediante la objetivación científica de las condiciones sociales de posibilidad de la investigación, le permitiera comprender tanto su objeto de estudio, como la posición de ese objeto y de sí mismo dentro del campo de producción cultural. Durante varios años Bourdieu se refirió a esta actitud como «vigilancia epistemológica», pero a partir de los ochenta prefirió llamarla “reflexividad”. La desarrolló desde sus primeros trabajos e insistió en ella hasta el final de sus días, demostrando su pertinencia y utilidad para todos los campos que atañen a la investigación intelectual en las ciencias sociales. En Las trampas de la investigación Bourdieu profundiza en diferentes aspectos de la práctica reflexiva e insiste en la importancia de ejercerla de manera constante. Este volumen ofrece al lector la posibilidad de aprehender la que quizá sea la principal aportación teórico-práctica de Pierre Bourdieu al ejercicio de las ciencias humanas.