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Pascal Bruckner

Un buen hijo

Un buen hijo es la historia de un amor imposible. El amor a un individuo despreciable. Un fascista autoritario y mujeriego que es a la vez un hombre culto y de firmes convicciones, y que resulta ser el padre del propio Bruckner.
Semejante conflicto filial da paso a una maravillosa novela de formación, personal e intelectual, de quien es uno de los escritores más sólidos y controvertidos del panorama actual de las letras francesas.
El hijo adulto se enfrenta en primera persona y sin ningún tipo de máscara narrativa a un personaje por el que siente, a un tiempo, rechazo y compasión, en un relato que nace del odio pero que va adquiriendo un inesperado y reconfortante tinte de ternura. Semejante giro acaba por sorprender al propio narrador.
Bruckner no puede culminar su particular condena al padre, y ve cómo el inspirador rencor de partida se va derritiendo para dejar paso a un tímido cariño, que no comprensión, y a la certeza definitiva de que no es posible juzgar de forma absoluta los comportamientos ajenos.
Un buen hijo es una cruda novela de formación en la que Pascal Bruckner nos plantea, a través de su propia biografía, un recorrido por la cultura francesa de la segunda mitad del siglo XX.
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2015
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Idézetek

  • Adal Cortezidézett2 évvel ezelőtt
    «Quédate con tu mierda de felicidad», me dijo mi madre una vez que me encontró de un humor demasiado alegre para su gusto. Cuando yo le decía: «Todo va bien», ella interpretaba: «No te necesito».
  • Adal Cortezidézett2 évvel ezelőtt
    La nueva longevidad que promete la medicina es también una maldición. Envejecemos al mismo tiempo que nuestros progenitores, a veces incluso más deprisa que ellos. Los padres siguen ahí, malhumorados y canosos, cuando nosotros ya somos abuelos. La modernidad crea unas dinastías de decrépitos en estados más o menos avanzados de senilidad, familias de yacentes asistidos por otros viejos que son sus hijos, todos igualmente arrugados, encorvados, Matusalenes en todos los estadios. Nuestros padres, nuestros abuelos son los emisarios de una humanidad en las más altas esferas de la edad. Nos están diciendo una cosa muy sencilla: que la vida es aún posible. Que sea deseable, eso ya es otro cantar.
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    Crecer es inventar la propia vida: envejecer es reducirla a algunos elementos anteriores. Si las decisiones han sido erróneas, la vejez será la imagen de esos errores.

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