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Cristina Morales

Introducción a Teresa de Jesús

  • Paula Guillén Rodríguezidézett2 hónappal ezelőtt
    A mis cuarenta y siete años me otorgó autoridad un hombre de dieciocho y yo solo supe guardar silencio y darle lo que me pedía. Qué débil fui y cómo me gustó. Qué claro veía detrás del dulce frailecillo a la corte de dominicos hambrientos de mí, y qué donosamente me entregué a ellos con tal de someterme unos segundos a la inocencia del joven, al deslumbramiento de sus ojos al sostener mi libro, al bisbiseo de sus labios leyendo la primera línea. Con tal de atravesarle el hábito con la mirada y descubrir ahí una vez más, como en todas las cosas que me salvan y me condenan, a Dios, a Dios, a Dios.
  • Paula Guillén Rodríguezidézett2 hónappal ezelőtt
    ¿Cuántos dolores de cabeza sufrió Judas antes de decidirse a traicionar a nuestro Señor? Y sin embargo, ¿dudaban los mártires antes de darse al tormento? ¡No! Quienes titubeaban eran los romanos, quienes miraban con estupefacción al látigo que no hería la cristiana carne eran los verdugos. Fray Juan: Dios ayuda al deseo cuando es ardiente. Si el deseo de escribir os quema, tome vuestra paternidad la iniciativa y no espere a que Dios baje a entregaros una pluma de ánade real.
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    A ella sí puedo invocarla y escribirle, que siempre atiende y responde, que siempre encuentra algo en lo que contradecirme, bendita sea.
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    Podría dirigirla a mi buena Maricampo, niña lectora, Amadisa de Gaula sabedora de todos los hechizos y puesta bajo mi instrucción como si yo pudiera enseñarle algo, cuando todo lo que puedo es recordarle que pisotearán su voluntad mil veces, que desde que nació la pisotean para darle forma de zapato que un hombre se calzará hasta que se le rompa o le plazca otro nuevo. Que solo si se unta la piel de resbaladizo aceite podrá evitar la pisada.
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    , te maldijiste por el vicio de pedir siempre permiso y te maldijiste por estar más pendiente de las maldiciones que del ruido de golpes secos que venía de dentro.
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    Divina, pero también humana perfección. ¿Y no somos humanas las mujeres? ¿Acaso murió Jesús solo por los hombres? ¿Qué temor es ese, madre Teresa, precisamente en vos, que sois conocida en todo el reino por ser mujer y santa?
  • Paula Guillén Rodríguezidézett3 hónappal ezelőtt
    ¿Qué puede querer un hombre infligiendo semejante amargura a una mujer, si en ello no existe ni la necesidad de un primogénito ni tan siquiera el consuelo de la carne? Yo os lo diré: someterla es lo que quiere
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    udente Jesús al proclamar que los dioses romanos eran falsos, fue prudente al poner la otra mejilla, fue prudente al destrozar las tiendas de la sinagoga?
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    ¿qué tiene de virtuosa una mujer que escribe y publica? Una mujer que publica es el colmo de la vanidad. Si escribe que es mala y se arrepiente, se dirá que es vanagloria. Si escribe que es buena, por fatua se la tendrá. Si escribe que es mala, ya tiene confesión el Santo Oficio. Y si escribe cómo funciona una rueca, se dirá que quién le ha mandado dejar la costura, que a coser se aprende cosiendo, y lo escrito ni se leerá.
  • Paula Guillén Rodríguezidézett3 hónappal ezelőtt
    Ellos, como vos, padre, confunden el deseo con la realidad: me llamáis ruin y vanidosa porque queréis que sea ruin y vanidosa, porque reconocer virtud en mujer que quiere hallar a Dios por sus propios medios os compromete a vos ante mí, a vos ante el resto de vuestra Orden
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