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Sergio Pitol

El Viaje

  • Adal Cortezidézett2 évvel ezelőtt
    El Cáucaso ha sido desde siempre un lugar excepcionalmente atractivo para los jóvenes rusos. Pushkin lo canta; de alguna manera encuentra allí una naturaleza humana semejante a la de los gitanos, inmaculada, no dañada por una rígida educación protocolaria, sino regida por el instinto. Desde los niños hasta los ancianos, las mujeres y los hombres son naturaleza. Naturaleza dentro de la naturaleza. Por eso el hombre allí no teme, como el del Norte, al instinto, ni lo reprime; por el contrario, hace de él su guía.
  • Javier Rizzofernándezidézett2 évvel ezelőtt
    En 1583 Rodolfo II, el empe - rador, transfirió de Viena a Praga la capital de los Habsburgo. Su credulidad parecía infinita y ninguno de los múltiples desengaños sufridos pudo mitigarla. Estaba convencido de que encontraría la fórmula de la piedra filosofal, aquella que podía prolongar la vida hasta trescientos o cuatrocientos años y que había ya, existían pruebas de eso, con
  • Javier Rizzofernándezidézett2 évvel ezelőtt
    Me dirigí primero a ésta, en el corazón de la ciudad nueva. Nueva, en Praga, significa cualquier zona edificada a partir del siglo XVII.
  • Javier Rizzofernándezidézett2 évvel ezelőtt
    mandaría a sacar fotocopias y las enviaría a las editoriales. Después: la gloria, los festejos, las medallas, los halagos, todo lo que en la vida real me perturba, pero con lo que mi inconsciente por lo visto sueña.
  • Sócrates Ramírezidézett4 évvel ezelőtt
    ¿Por qué entonces –me pregunto– en los varios centenares de páginas de que constan los diarios de esa época, no aparecía ninguna mención a tales paseos, ni al permanente deslumbramiento con que yo deseaba integrar mi persona a su entorno?... ¿Sería por humildad?
  • Sócrates Ramírezidézett4 évvel ezelőtt
    Debería revisar mis diarios de todo ese tiempo, como lo hago siempre antes de iniciar cualquier trabajo, para revivir la experiencia inicial, la huella primigenia, la reacción del instinto, el primer día de la creación.
  • Sócrates Ramírezidézett4 évvel ezelőtt
    Yo estaba harto, me comían el tiempo; entonces los snobeaba, les hablaba a toda hora de mi novela, les decía que por primera vez me sentía satisfecho con lo que escribía, su elaboración me había llevado mucho tiempo, demasiado, pero que al fin sentía que me había vuelto un escritor, un buen escritor, un gran escritor, tal vez. Por eso no podía quedarme con ellos, tenía que apresurarme a darle fin a la obra maestra en la que me afanaba, les quedaría muy agradecido si me dejaban en paz durante esos días; les recalqué que hacerme perder el tiempo era peor que si me robaran dinero. Unos me miraban con rencor, otros con sonrisitas de sorna.
  • Sócrates Ramírezidézett4 évvel ezelőtt
    Imaginar a aquellos jóvenes geniales conversando alrededor de una mesa en ese espacio gris, desprovisto de atmósfera, con un suelo lleno de colillas de cigarros, de papeles grasosos, de mugre, para cambiar ideas y discutirlas, o leerse sus textos recientes, tenía algo de obsceno.
  • Sócrates Ramírezidézett4 évvel ezelőtt
    Al regreso a Veracruz le daría la última lectura, mandaría a sacar fotocopias y las enviaría a las editoriales. Después: la gloria, los festejos, las medallas, los halagos, todo lo que en la vida real me perturba, pero con lo que mi inconsciente por lo visto sueña.
  • Sócrates Ramírezidézett4 évvel ezelőtt
    En un ensayo ejemplar, Borges discurre que en el Corán los camellos no aparecen por ninguna parte, por la sencilla razón de ser presencias tan cotidianas que uno da ya por segura su existencia.
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