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Roberto Calasso

La actualidad innombrable

  • Adal Cortezidézett2 évvel ezelőtt
    Noel Willmett no estaba convencido de que «el totalitarismo, el culto al jefe, etc.» se estuviera expandiendo, visto que en Inglaterra y en Estados Unidos no parecían imponerse. Orwell le respondió con la perspectiva de lo que pasaría después de la guerra: «En cierto sentido, ya ahora la historia ha dejado de existir, es decir: no existe una historia de nuestro tiempo que pudiera ser universalmente aceptada [...]. Hitler puede decir que los judíos dieron comienzo a la guerra y, si sobrevive, eso se volverá historia oficial. No puede decir que dos más dos es igual a cinco por el mero hecho de que, por ejemplo en balística, debe ser igual a cuatro. Pero se llegará a un mundo como el que temo, un mundo de dos o tres superestados que no consiguen imponerse entre ellos, entonces dos más dos podría ser igual a cinco si así lo quiere el Führer. Por lo que alcanzo a ver, esta es la dirección hacia la que, de hecho, nos movemos, incluso si, naturalmente, el proceso es reversible.»
  • Adal Cortezidézett2 évvel ezelőtt
    «La pregunta usual es si los hombres en el poder, Hitler en particular, son tan sinceros como la masa que los sostiene. ¿O solo son cínicos gángsters que se ríen de sus propias ideas insustanciales? Es una pregunta demasiado torpe, demasiado carente de finura psicológica como para que sea posible responderla de modo positivo o negativo. El verdadero problema no está en esta alternativa (si-o). Si y o concuerdan; esta combinación es un absurdo lógico, pero un hecho psicológico. En otras palabras, la mayor parte de los fraudes que tienen éxito son sinceros; la mayor parte de los demagogos están honestamente embriagados de sus propias apelaciones deshonestas y cínicas.»
  • Adal Cortezidézett2 évvel ezelőtt
    ¿Y los judíos? Hitler apenas habló de ellos, porque también los judíos pertenecían a su «doctrina esotérica», que «lo obliga a profesar hacia el judío un odio metafísico». Rauschning quería saber más: «Le pregunté si había que deducir de sus palabras la idea de que la raza judía debía ser completamente exterminada.
    »No, respondió Hitler, al contrario, si el judío no existiese habría que inventarlo. Es necesario tener un enemigo visible y no solo uno invisible.»
  • anasofiasfidézett4 évvel ezelőtt
    La sensación más precisa y más aguda, para quien vive en este momento, es la de no saber dónde se pisa a cada momento. El terreno es poco firme, las líneas se desdoblan, los tejidos se deshacen, las perspectivas oscilan.
  • Miguel Ángel Vidaurreidézett4 évvel ezelőtt
    se olvidará de los sombreros cuando se recrudezca la batalla de Berlín: «Esta mañana, después del primer bombardeo, había acordado ir a probarme un sombrero en una tienda cercana. Por todas partes las casas ardían, pero yo tenía un gran deseo de ese sombrero, y entonces fue y llamé al timbre e, increíblemente, fui acogida
  • Miguel Ángel Vidaurreidézett4 évvel ezelőtt
    Septiembre de 1944. Vasili Grossman llega a Treblinka con las tropas de Stalingrado del general Chuikov, trece meses después de la revuelta en el campo de exterminio. Por orden de Himmler habían sido demolidas todas las edificaciones, en el vano intento de volver irreconocible el lugar. Por todas partes afloraban las huellas de los asesinados. Las cenizas eran transportadas por los campesinos, por un camino que «se había vuelto negro como una faja de luto [...]. El procedimiento ocupaba a veinte carros cada día, y a cada carro le tocaban de seis a ochos cargas diarias (entre ciento veinte y ciento treinta kilos de cenizas cada vez)». En cuanto al suelo: «La tierra del lager estaba sembrada de altramuces y uno de los carceleros, Streben, se había construido allí su casita. Ya no existe, también ha sido quemada.» La tierra «vomita pedazos de hueso, dientes, papel, objetos; no los quiere, estos secretos». Grossman avanza, sobre el campo de altramuces: «Seguimos caminando sobre esa tierra sin fondo, después nos detuvimos. De golpe. Cabellos rubios de reflejos cobrizos, cabellos ondulados, tupidos, ligeros, encantadores de una muchacha se mezclan con la tierra pisada. A poca distancia otros bucles claros, y después trenzas negras, pesando sobre la arena clara, y después otras cabelleras y otras más todavía. Debe de ser el contenido de una bolsa –¡solo una!– olvidada, que no se llevaron. La última, absurda esperanza de que se trate solo de una pesadilla se desvanece. Mientras tanto, las vainas de los altramuces crujen, crujen, y las semillas tamborilean sobre el terreno como si en verdad, desde debajo de la tierra, se levantasen los toques a muerto de una infinidad de minúsculas campanas.»
  • Miguel Ángel Vidaurreidézett4 évvel ezelőtt
    Grossman, «fue en Alemania, particularmente aquí en Berlín, donde nuestros soldados comenzaron realmente a preguntarse por qué los alemanes nos atacaron tan repentinamente. ¿Por qué necesitaban los alemanes esta guerra tan terrible e injusta? Millones de nuestros hombres han visto ahora las ricas granjas de Prusia Oriental, su agricultura organizada, los cobertizos de hormigón para el ganado, salas espaciosas, alfombras, guardarropas llenos de trajes... Millones de nuestros soldados han visto las carreteras bien construidas que van de un pueblo a otro y las autopistas alemanas... Nuestros soldados han visto las residencias de dos pisos con electricidad, gas, baños y hermosos jardines. Nuestra gente ha visto las villas de la rica burguesía de Berlín, el lujo increíble de los castillos, propiedades y mansiones. Y miles de soldados repiten esa misma pregunta cuando miran a su alrededor en Alemania: “¿Por qué vinieron contra nosotros? ¿Qué diablos querían?”».
  • Miguel Ángel Vidaurreidézett4 évvel ezelőtt
    Nuestros soldados han visto las residencias de dos pisos con electricidad, gas, baños y hermosos jardines. Nuestra gente ha visto las villas de la rica burguesía de Berlín, el lujo increíble de los castillos, propiedades y mansiones. Y miles de soldados repiten esa misma pregunta cuando miran a su alrededor en Alemania: “¿Por qué vinieron contra nosotros? ¿Qué diablos querían?”».
  • Miguel Ángel Vidaurreidézett4 évvel ezelőtt
    Desciendo, vuelvo a subir. Una torre-laberinto. Vivo para siempre en un edificio que está a punto de colapsar, un edificio corroído por una enfermedad secreta. Calculo, dentro de mí, para entretenerme, si una masa tan prodigiosa de piedras, mármoles, estatuas, paredes que están a punto de chocar entre sí quedarán embadurnadas
  • Miguel Ángel Vidaurreidézett4 évvel ezelőtt
    Hojea una crónica del siglo XVII sobre juicios célebres y se detiene en una frase a propósito de Brinvilliers, la inimitable envenenadora: «Los grandes crímenes, lejos de ser previs
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