Nujeen

mal tienen que estar las cosas si abandonas todo lo que conoces y lo que has construido en tu país para emprender un viaje tan incierto y peligroso

partícula más pequeña del universo es el cuark, y así es como me siento yo en medio de esta enorme masa de migrantes

«No alcanzaremos el éxito hasta que estos asedios medievales dejen de existir, cuando no haya niños que corran el riesgo de morir a manos de un francotirador cuando llevan medicinas a sus madres, cuando los médicos puedan administrar tratamientos que salvan vidas sin temor a ataques inminentes, cuando las jóvenes yazidíes no tengan que desfigurarse la cara por miedo a que las vendan como esclavas sexuales. Esa es la pavorosa realidad de la Siria actual

Islandia es el país del mundo donde más Coca-Cola se consume per cápita

curioso, porque para ser refugiado hace falta tener dinero. Entre nosotros había abogados, médicos, profesores universitarios y empresarios. Éramos seres humanos que antes habíamos tenido un hogar.

En la tele salía Angela Merkel, la canciller de Alemania, que era adonde intentábamos llegar casi todos porque su política de inmigración era más ventajosa para los refugiados.

No se lo dije a nadie, pero una noche, cuando estaban todos durmiendo, cogí el ordenador portátil de Shiar y busqué en Google «Alemania curas para parálisis cerebral».

Para emigrar con éxito necesitas conocer las leyes. Tener ingenio, un smartphone y estar conectado a Facebook y WhatsApp. Y disponer de dinero. Lo ideal es saber un poco de inglés. Y, en mi caso, necesitas además una hermana que empuje tu silla de ruedas.

También prohibieron la música. Yo acababa de descubrir la música clásica y me encantaban la guitarra española del Concierto de Aranjuez de Rodrigo, y Andrea Bocelli cantando Time to say goodbye.

A veces parece que nadie quiere a los kurdos.