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Pierre Pachet

Autobiografía de mi padre

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    apiadándose del suplicio de mi cuerpo y de mi alma, mi padre me dijo: «¿Que te aburres? ¡Lo que te hace falta es tener una vida interior! ¡Ya verás como así no te aburres!»
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    o habría que citar aquí cada una de las últimas páginas de este libro incomparable. Imaginemos que el hijo le lee al padre el texto que éste le ha «dictado». Se arriesgaría a decirle: «Eres tú», y que el padre contestara: «Si tú lo dices…». El hijo lo dice, el hijo ha querido
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    Este hombre que, confesémoslo, hasta entonces no nos inspiraba simpatía alguna, con quien guardábamos las distancias y a quien examinábamos desde fuera, como hacía él consigo mismo, se nos antoja entonces extraordinariamente cercano.
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    ¿Qué más nos da si es Simcha o Pierre quien de repente se pregunta: «¿Qué ha constituido la materia de mi vida y se ha disipado de mi memoria?».
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    Recordar también es agotador. Nunca me ha gustado levantarme temprano o, mejor dich
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    Recuerdo una frase maravillosa de una obra de teatro: un hombre derrumbado está en un sofá leyendo el periódico y, en medio de un angustioso silencio –la situación así lo exige, pues se espera un suicido, una bancarrota, una crisis nerviosa
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    No se puede vivir la verdad, únicamente se nos da la posibilidad de darnos cuenta de hasta qué punto, por cuánto, nos la hemos perdido. Condenado a declarar ante transeúntes indiferentes lo solo que se siente uno. No es eso: es la voz de los demás la que habla.
    Antes leía mucho, me refiero a novelas, sin creer por ello en la literatura, meramente por distracción. Me gustaba que un libro describiera con veracidad tal entorno, tal época, y los franceses son famosos por la
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    En realidad no me da miedo la muerte, sino la estupidez sin remedio. Si hay un Dios, creo que mira llorando la extrema distancia a la que se hallan los hombres de él, sin poder hacer nada, un Dios que es nuestra tristeza concentra
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    incluso por el nombre íntimo que había acordado darle en el lenguaje mudo que un cerebro emplea para servirse de sí mism
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    Nuestros actos suelen ser una especie de ilustración metafórica de nuestros pensamientos.
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